Este pequeño municipio se sitúa entre Coria y Moraleja, pertenece a la comarca del Alagón y sus habitantes se dedican casi por entero a las tareas agrícolas. Su término está bañado por el Arrago y está muy cerca del pantano de Borbollón. Su historia cambió a mediados del siglo XX cuando se construyó éste. Hasta entonces era un pueblo representativo del bosque mediterráneo con una gran dehesa y ganadería. Desde los años 50, con la llegada de las aguas, sus tierras pasaron a ser regadío.

Los terrenos fueron expropiados y, curiosamente, no se las dieron a los habitantes de Huélaga, sino que fueron a parar a manos de los nuevos vecinos de Mohedas de Gata, un enclave de colonización al que llegaron desde Gata, Granadilla o Serradilla.

Huélaga está situada al noroeste de la provincia, limita con los términos de Gata, en unos terrenos de escasa pendiente que permiten el regadío desde el canal que, procedente del embalse de Borbollón, prácticamente marca el límite territorial, al igual que hacen las aguas del río Arrago, un triángulo que cierra el arroyo de Los Regueros.

Como toda la comarca, y más influenciado por la proximidad de Gata, su clima es suave, de tipo mediterráneo. Según los textos geográficos, son suelos de tipo aluvial que se encuentran dentro del dominio vegetal de la formación durilignosa. Además, su población se concentra en las algo más de 60 viviendas del núcleo, y algunas diseminadas.

SIN MONUMENTOS Su patrimonio histórico es nulo, ya que el único templo antiguo con el que contaba Huélaga, muy pequeñito, fue derruido hace muchos años para ampliar la plaza mayor del pueblo, aunque a cambio se construyó, hace unos 15 años, una iglesia de ladrillo visto y color blanco, que está dedicada a san Pedro de Alcántara, que en la localidad conocen como san Periquín por el escaso tamaño de la talla.

El embalse de Borbollón representa el destino más interesante de la zona, por su espeso encinar y su recursos naturales. Se trata de una importantísima reserva ornitológica y, pocas veces, al construirse un pantano, se han conseguido tantos beneficios para la fauna autóctona: gran parte del terreno y bosques han quedado aislados y sólo es posible visitarlos con un permiso especial y acompañados por expertos.

Señalar también que las obras del embalse formaron una pequeña isla en cuyo arbolado y construcciones abandonadas han nidificado varias especies. Primero llegaron las cigüeñas blancas, seguidas de ardeidas, garzas reales, garcillas bueyeras, garcetas comunes, milanos negros y gorriones morunos.