El día 22 de marzo del año 2000 se publicaba, en las páginas El Periódico Extremadura, un comunicado firmado por tres alcaldes de Las Hurdes: Francisco Iglesias Segur, de Nuñomoral; Olegario Rodríguez Sánchez, de Casares de Las Hurdes, y Miguel Domínguez Roncero, de Ladrillar.

El comunicado era muy hiriente y crítico con la figura de Luis Buñuel, al que se le pretendía rendir un homenaje en la comarca. Ahora, 13 años después, la mancomunidad de Las Hurdes, integrada por 5 alcaldes del PP y 1 del PSOE, "se voltea la chaqueta", según la Asociación Sociocultural de Las Hurdes y pretende aprovechar el tirón del cineasta aragonés para "vender" el territorio hurdano y los muchos progresos que se han realizado en los últimos años.

Desde que la película-documental 'Tierra sin pan' comenzó a peregrinar por los pueblos hurdanos, la gran mayoría de los habitantes de la demarcación hurdano pusieron el grito en el cielo y hablaron de montaje, de bastardear la realidad de los años 30 del pasado siglo en la comarca y de humillar a los habitantes de la zona. Un antropólogo tan prestigioso como don Julio Caro Baroja dejó patente el daño ocasionado a los hurdanos, "utilizados para una exhibición tremendista".

EN 1992, con motivo de unas jornadas para cinéfilos organizada por la filmoteca de la Generalitat catalana, se proyectó la polémica película, pero incluyendo unos descartes que Conchita Buñuel, hermana del cineasta, había encontrado en la casa familiar de Calanda, Teruel. A través de esos descartes, queda demostrado palpablemente que Buñuel seleccionó a una gavilla de hurdanos para que hicieran de actores improvisados en diferentes escenas o cuadros. En diversas tomas cinematográficas aparecen siempre los mismos individuos.

No es de extrañar por ello que el periodista Joan Ignasi Ortuño escriba lo siguiente: "Las patéticas y descarnadas imágenes del documental Las Hurdes, tierra sin pan, que muestran la desolada comarca extremeña, tienen una lectura distinta, casi divertida, cuando se confrontan al material sobrante de la filmación.

El filme pretende dar la sensación que fue rodado con toda espontaneidad, ofreciendo un producto ajeno a cualquier manipulación. En cambio, las imágenes inéditas recuperadas demuestran que el realizador tenía una idea preconcebida y estudiada de todo lo que iba a plasmar".

Ortuño termina con unas palabras que son objeto de reflexión: "Rodar este filme marcó indiscutiblemente la estética cinematográfica de Buñuel. Su obra quedó definitivamente ligada a estas tierras, aunque en Las Hurdes nunca le perdonaron".

POR NUESTRA estrecha vinculación con la comarca hurdana, hemos podido comprobar, in situ, cómo esos descartes quedan confirmados por los testimonios de vecinos de la zona que se prestaron por unas pesetas a actuar de actores improvisados de Buñuel. Con tía Herminia Añez Alba, de la alquería de Aceitunilla, hablamos muchas veces. Era una mujer joven y guapa en 1932. Ella desempeñó el papel de madre doliente. Su hijo pequeño, estando dormido, sirvió para hacer de niño muerto. Tío Antonio Martín Martín, 'El Tureles', de la misma aldea, era un niño en aquel entonces y también cobró algunos reales por realizar otros paripés. Y lo mismo me contaron docenas de veces Tía Fermina, Tío Vito, Tío Jesús 'El Choto', Tío Juan Azabal y otro puñado de moradores de los pueblos que se asoman al río Malvellido.

Abundan en que Buñuel se corrió buenas juergas con los jurdanos, sobre todo en la taberna de La Fragosa, comiendo carne de chivo y bebiendo vino a cántaros. Le gustaba los toques de los tamborileros y las antiguas canciones que desgranaban para él las mujeres de las aldeas, a las que premiaba con algunas monedas. Lamentablemente, sin saber las razones que le movieron a ello, uno de los comentarios de la película asegura: "Un detalle curioso: nunca escuchamos una canción en las calles de Las Hurdes".

No entendemos, en realidad, como un hombre de izquierdas como Buñuel fuera incapaz de ver el armazón socioantropológico que infundía esencias vitales a la comunidad hurdana. Apuñaló la dignidad de los hurdanos con mentiras tan nefastas como aquellas que afirmaban que "la degeneración de la raza hurdana se debe, entre otras cosas, al incesto". Frases como: "Todos los hurdanos son palúdicos", "el enano y el cretino abundan; huyen de los hombres o los atacan a pedradas", "los hurdanos se acuestan en invierno completamente vestidos; llevan sus trajes hasta que caen a pedazos", "extienden las hojas para que se acuesten encima las personas y animales; hojas que se van descomponiendo y se convierten en estiércol"... son el engendro de un surrealismo que, tal vez, no pretendió hacer daño, pero lo hizo.

MAURIZIO Catani, antropólogo italo-francés que vivió largas temporadas en las aldeas hurdanas de El Gasco y Horcajo y que ha escrito acertadas páginas sobre la comarca en estos últimos tiempos, refiere que "el cortometraje de Buñuel, aunque se le haya considerado como un documental, es solo una admirable película de ficción". Por todo ello, somos muchos los que pensamos que utilizar las irreales Hurdes del cineasta aragonés para analizar la positiva evolución de ese territorio desde aquellos años 30, es anacrónico y absurdo. Una evolución hay que medirla en parámetros basado en la realidad socioeconómica y socioantropológica, y no en ficciones, máxime cuando la polémica queda servida al echarse mano de un personaje que no es nada grato dentro del imaginario colectivo del pueblo hurdano.

Por muchos Fernando Lara, Carlos Barbánchano, Jesús Santos y directores de variopintas filmotecas y otras celebridades que asistan y hablen en las mentadas jornadas no podrán acallar las voces de otros hurdanos que aman a su tierra y que asumen enteramente su historia, con sus luces y sus sombras.