Las localidades cacereñas de Piornal y Acehúche celebraron ayer sus tradicionales fiestas en honor a san Sebastián, declaradas de interés turístico regional por la Junta y que anualmente congregan a miles de personas. Este año, pese al mal tiempo, los turistas no se han olvidado de su cita.

Jarramplas despertó prontó ayer, relizó la alborada por las calles y ya entrada la mañana se dispuso a escuchar misa en compañía de sus paisanos antes de ser lapidado.

Lo peor para él vendría más tarde. A las doce del mediodía, sonaba el reloj de la iglesia y Jarramplas se disponía a pasear por las calles del pueblo haciendo sonar su tamboril. Los primeros pasos fueron emotivos, luego cientos de vecinos y curisosos lanzaban sobre este peculiar personaje más de 10.000 kilos de nabos.

LOS ORIGENES

Según los antropólogos y estudiosos del folclore extremeño Jarramplas encarna la referencia del encuentro entre lo religioso y lo mítico. "Esta tradición es una alegoría del castigo al ladrón de ganado o quién sabe si el anuncio de la próxima primavera", explica el alcalde Angel Rama.

José Daniel Vicente y Luis Leandro Ramos Fiti han sido este año los encargados de dar vida a Jarramplas, dicen estar muy satisfechos: "Hemos tenido que esperar muchos años para ser jarramplas, creo que la experiencia ha merecido la pena", puntualizan los protagonistas.

Acehúche fue la otra localidad que honró a san Sebastián. El nombre de la festividad se debe a los protagonistas principales de la misma, Las Carantoñas, mozos disfrazados con pieles de cabra u oveja ajustadas en la cintura con una cincha y que llevan cubierta la cabeza con una máscara también de piel.