TAtcabo de llegar del crematorio de Cáceres, allí un grupo de amigos y desconsolados familiares le daban el último adiós a Javier, un chico de 29 años que falleció ayer en un accidente de moto en Valverde de la Vera. Javier era un chico normal, trabajador, entrañable y ante todo un buen hijo, buen hermano y excelente compañero de sus amigos. Es una vida más que se queda en el asfalto quedando tras sí un rastro de dolor que en algunos casos no se supera jamás. Seguramente en esa carretera que une Valverde con Villanueva de la Vera se quedó algo más que una vida joven.

En ese lugar han quedado varados para siempre los sueños y las ilusiones de un chico que ya no podrá ser quien quería ser. Allí, en ese punto kilométrico, se han depositado para siempre las penas de sus familiares y amigos. Allí han quedado amores y desesperanzas que siempre acompañaran a quienes le conocieron y le amaron. Junto a la doliente cuneta se ha evaporado una vida joven, la de Javier, la que le quedaba por vivir y la que nunca vivirá. Su recuerdo estará presente en la memoria de sus padres Javier y Mercedes, de su hermano Sergio, de su abuela y de todos sus familiares y amigos. Un día de luto para los valverdanos que le vieron crecer en las calles de ese precioso pueblo. Un día para recordar que la vida no vale nada, que en cualquier momento se evapora y desaparece, sin pedir permiso a nadie.

Mi más sincero pésame a todos los que le quisieron, los que disfrutaron de su amistad, los que nunca le olvidaran. Descansa en paz con la seguridad que todos nos encontraremos al otro lado de la vida.

*Este artículo lo ha escrito Fernando Jiménez Berrocal.