Toma el nombre del valle, templo de las mejores cerezas de España. La villa de Jerte es un lugar tranquilo con plazoletas, soportales y casas de entramados de madera, adobe y granito. De su historia quedan episodios heroicos como el ocurrido en 1809, cuando la población se levantó contra los ejércitos franceses, que como represalia prendieron fuego al pueblo dejándolo casi destruido.

Es Jerte un pueblo que gira en torno a la calle Real, y que está formado por umbrosas calles, donde no falta el agua, como al del pilón que hay en la plaza.

De sus alrededores destaca, sin duda, la reserva natural de la garganta de los Infiernos, que vierte sus aguas al río Jerte. En esta zona también está la calzada romana, un hermoso paraje que los romanos denominaron comarca del gozo , y la garganta de las Yeguas, un mirador natural del valle, además de la sierra de Béjar, la zona de Tormantos, donde, cuenta la leyenda, el emperador Carlos V, camino de Yuste, pronunció aquella famosa frase: "otro puerto no he de pasar yo en mi vida sino el de la muerte".

Pero Jerte invita a ser visitado en su totalidad: la plaza Independencia, donde se sitúa la iglesia de la Asunción con su torre separada, los soportales, balconadas con postes de madera, casas típicas, la casa parroquial y el conjunto antiguo; la ermita del Santo Cristo del Amparo que contiene una talla barroca realiza por Martínez Montañés; la calleja de Los Bueyes, donde se conservan bellos entramados de madera y adobe, pasadizos elevados y solapas de madera, o la calle Ramón Cepeda, que muestra las casas de estilo popular y señorial con escudos de granito.

LUGAR PARA EL OCIO

Para el tiempo de descanso y el ocio se puede disfrutar del baño en la piscina natural que se encuentra en la localidad, junto al parque del Nogalón, todo ello integrado en un ambiente que ofrece unas vistas sobrecogedoras.

Jerte posee una de las joyas de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Extremadura: la garganta de los Infiernos, que se asienta entre las sierras de Tormantos, de Gredos y el río Jerte. Este espacio cuenta con abundantes saltos y cascadas de agua, donde hay que mencionar las marmitas gigantes de Los Pilones, grandes pozas excavadas en la roca por la erosión del río. La reserva cuenta con una riqueza botánica muy apreciada: alisos, fresnos, sauces, tejos, abedules, acebos, robles, majuelos, madroños, escobas, ruscos, piornos o enebros. Visita obligada es igualmente la piscifactoría, centro reproductor de salmonidos, donde se recupera la trucha autóctona de la zona, mientras que para tomar una copa o comer está la hospedería que tiene un jardín japonés.