A sus 17 años, Jairo era un joven "muy especial", en palabras de un tío suyo. Al contrario que otros chicos de su edad, no bebía, no fumaba y con lo que verdaderamente disfrutaba era con su familia y sus estudios, sus libros y su ordenador.

Así lo recordaban ayer los familiares que esperaban a las puertas de la sala de autopsias del cementerio de Plasencia la respuesta a una muerte que ninguno esperaba. "Porque no tenía ningún vicio, ni tampoco ninguna enfermedad, él estaba todo el día en casa y con el ordenador", comentaban. A su inteligencia se sumaba su interés por los estudios porque no solo era un alumno de sobresaliente, sino que "ya solo pensaba en la universidad, quería irse a Madrid y estudiar dos carreras a la vez, Matemáticas e Informática", explicaba un primo.

Por ello pasaba gran parte de su tiempo en casa, con sus libros, su familia, sus padres y su hermana de diez años a la que "quería muchísimo. Cuando sus padres salían no tenía ningún problema en quedarse cuidando de ella", recordaban sus allegados.

Toda la familia piensa ahora en la vuelta a casa de los padres y la hermana porque "le tenían todo el día en casa y va a ser tan duro como cuando se han enterado de su muerte, que nos ha dejado a todos hechos polvo".