A lo largo de la historia la harina ha sido en muchos lugares el alimento más preciado y ha permitido la subsistencia de pueblos donde no abundaban otros alimentos. Por ello, la harina merece un reconocimiento especial.

Ayer, fue el día en el que los vecinos de Cedillo rindieron su peculiar homenaje a este producto con la fiesta de la fariñá , que en pocas horas dejó las calles del pueblo totalmente blancas. A primera hora de la mañana los hombres corrían a buscar harina para enfariñar a las mujeres, y viceversa. Toda aquella persona que ayer visitó el pueblo no pudo evitar salir manchado.

"No hay nadie que se salve, a todos los manchamos, hasta a los viajantes y repartidores que vienen hoy al pueblo", manifestó Manuel Faustino. La harina se convirtió ayer en lo más deseado para los cedillenses. Por ello, no es de extrañar que a primera hora de la mañana la panadera del pueblo, María Semedo, ya hubiera vendido unos 150 kilos de harina.

Mayores y pequeños

Adoración Sánchez, que corría por las calles del pueblo con una bolsa llena de dos kilos de harina para enfariñar a todos los hombres que se encontraba en su camino, fue el primer año que vivió esta fiesta. "Nunca había estado en la fariñá y me gusta mucho", afirmó.

Nadie en el pueblo se queda fuera en esta celebración, tanto niños como mayores, y entre ellos Pedro Carrillo, que con 87 años participó ayer de esta tradición como el primer día.

Todas las fiestas tienen sus normas y la fariñá de Cedillo también, ya que sólo permite que los hombres enfariñen a las mujeres y viceversa, pero nunca entre el mismo sexo.

La fariñá se ha celebrado en Cedillo desde siempre. Muestra de ello son las anécdotas que Manuel Faustino recuerda de la época de la dictadura, "A la tía Jacinta se la llevaron a la cárcel por echar harina a una autoridad local", comentó.

Además, entre harina y harina, los cedillenses degustaron unas 100 sardinas donadas por la sociedad de cazadores.