Verónica Lago nació en Montevideo (Uruguay) donde se formó como actriz. Hija y nieta de españoles, reside en nuestro país desde 1978. En el año 94 comenzó a dedicarse a la enseñanza, trabajando en varias escuelas y proyectos hasta que creó la suya propia en Madrid. Adquirió el título de risoterapeuta hace 5 años y es además terapeuta corporal y directora de juegos de comunicación. En la actualidad tiene su residencia en Extremadura y ha impartido clases de formación a futuras monitoras de teatro, además de otro monográfico sobre risoterapia.

¿Qué destacaría especialmente de su profesión?

--La posibilidad de trabajar con gente. Es algo vivo, una enseñanza abierta en la que continuamente surgen retos y hay que reciclarse. Por mucho que sepas siempre hay algo nuevo que aprender.

¿Cuándo nació en usted la vocación?

--Con 13 años ya tenía muy claro que quería ser actriz, aunque sabía que vivir del teatro es muy difícil. Hoy en día hay múltiples series de TV, obras, anuncios,... Cuando yo comencé la oferta no era tan amplia.

¿En qué momento decidió dedicarse a la enseñanza?

--Estaba muy harta de los métodos de enseñanza que se impartían en Madrid, en los que sólo se trabajaba con la emoción, dejando la técnica en un segundo plano. Pienso que debe hacerse al contrario y me interesé en cómo un actor podía hacer frente a cualquier personaje.

¿Qué le interesó de la risoterapia?

--Llegué a la risoterapia a través del teatro, después de ver el efecto liberador que la risa provocaba en los alumnos. Me formé en Barcelona, donde hay una buena escuela en esta materia, Salut Inteligent.

¿Qué beneficios aporta la risoterapia?

--De todo tipo: físicos, emocionales, mentales, espirituales,... Vivimos sufriendo y damos demasiada importancia a cosas que no la tienen. El ser humano debe de aprender a reírse de si mismo y a ser menos exigente con uno mismo y con los demás. La risoterapia ayuda a que uno conecte con su parte infantil y lúdica y se dé cuenta de que todo tiene su lado positivo.