Enclavado en la privilegiada comarca de Las Villuercas y situado sobre la falda granítica del cerro de San Cristóbal, Logrosán es el pueblo prototipo de transición entre localidades de sierra y de tierras bajas, con kilómetros de llanas dehesas plagadas de encinas y algunos alcornoques y robles.

Es la población con el mayor número de habitantes de la comarca y por ello acoge buena parte de las oficinas de las administraciones públicas que, junto al sector agroindustrial y comercial, la convierten en el principal núcleo habitado de las Villuercas.

Por sus características, el estallido de la primavera la transforman en un mosaico de colores y olores: brezos, jaras, retamas, romeros, amapolas... Sus tierras están bañadas por el Ruecas, que ha sido embalsado, convirtiéndolo en un paraíso para los amantes de la pesca. También es zona de caza menor y de caza mayor.

Uno de los espectáculos más bellos para los amantes de la naturaleza ocurre entre los meses de octubre a febrero cuando miles de grullas y otras aves migratorias llegan desde el norte de Europa a descansar entre las dehesas aprovechando las zonas húmedas del pantano. La riqueza de sus tierras se la reparten el olivar, del que se extrae aceite de oliva virgen extra y la encina.

Además, está incluida en las denominaciones de origen Queso de Los Ibores, Miel Villuercas- Ibores, vinos Ribera del Guadiana y en las específicas cordero y ternera de Extremadura. De ahí que el segundo fin de semana de junio se den cita en su Feria Agroganadera el mejor ganado de la comarca y una variada gana de productos agroalimentarios.

SU HISTORIA

En la falda del cerro de San Cristóbal aún pueden verse restos de su pasado minero y de un primitivo asentamiento humano del periodo tartésico, mientras que en sus dehesas hay multitud de villas romanas de las que sólo algunas están excavadas.

De su arquitectura destaca la iglesia de San Mateo del siglo XIII, con planta en forma de cruz y con elementos románicos y góticos. Otras ermitas más modestas son la de Los Mártires y la de Santa Ana, aunque sobre todos sobresale la de La Concepción, situada fuera del pueblo, cuya nave resulta espectacular por su tamaño.

Sobre sus edificios civiles, resaltar que algunas casas son auténticos palacios construidos con gruesos muros y multitud de dependencias. Estas casonas señoriales, pertenecientes a una antigua burguesía rural, pueden verse a lo largo de la avenida principal. Otros elementos emblemáticos son: el rollo o picota, recuerdo de la concesión del titulo de villa a finales del siglo XVIII, la fuente lavadero del helechal y la de la plaza del ayuntamiento.