Al límite con la provincia de Badajoz se encuentra Madrigalejo, una localidad cuyos antecedentes son muy remotos, como ponen de manifiesto los dos verracos hallados en los alrededores y que hoy se exhiben en el museo de Cáceres. Se trata del denominado Toro de Hito y el llamado Verraco de Madrigalejo del siglo III a. C. Es un terreno muy llano, prácticamente dentro de las vegas del Guadiana, donde destacan pequeñas lomas como la de Castillejo, Los Cinchos y Sierra Brava.

Por estas tierras atraviesan los ríos Ruecas y Pizarroso procedentes de Las sierras de Las Villuercas, además del Canal de Orellana, que da riego a casi una cuarta parte de la superficie total del municipio.

El episodio más relevante de su historia ocurrió el 23 de enero de 1516, cuando el rey Fernando el Católico murió en la localidad de camino al Monasterio de Guadalupe, aquí escribió sus últimas palabras, el testamento de Madrigalejo.

De sus edificios relevantes destaca la iglesia de San Juan Bautista, patrón de la localidad, iniciado en el XVI y reformado en siglos sucesivos; es una construcción de mampostería y sillería de la que sobresale su flamante torre campanario cuadrangular. En el interior luce orgulloso su retablo mayor de decoración plateresca con pinturas barrocas. Barroca también es la ermita de la Virgen Nuestra Señora del Rosario, del XVIII. Es muy popular la denominada Casa de Santa María, una sencilla construcción del siglo XV, donde murió Fernando el Católico.

Una de las grandes curiosidades de esta localidad, y por la que son conocidos, son sus motes, apodos, alias, remoquetes, sobrenombres o seudónimos con los que se denomina a la gente y que han sido recogidos en un libro por Zenón Mateos.

UN LUGAR PARA EL DEPORTE

Es un lugar ideal para los amantes de la pesca, la caza o la naturaleza y el senderismo, por su cercanía al embalse de Sierra Brava donde se puede practicar también la navegación. En sus tierras se pueden observar numerosas especies de aves protegidas de las estepas como grullas, avutardas, sisones, gangas. Es una buena zona de caza por sus extensas dehesas.

La principal ocupación de los habitantes de Madrigalejo es la agricultura y la ganadería con predominio del arroz, maíz, tomate y cereales.

Madrigalejo ha sido siempre una localidad muy rica en artesanos, en tiempos se realizaban labores de bordado, madera, guarnicionería o cestería, estos hábitos se han perdido y ahora se recuperan gracias al trabajo que viene desarrollando la universidad popular.