Fue en 1997 cuando el Fondo Patrimonio Natural Europeo (Euronatur) declaró a Malpartida de Cáceres Pueblo Europeo de las Cigüeñas. La colonia de esta ave en Malpartida, que supera el centenar en el pueblo, es una de las más importantes de la península y de Europa, no sólo por el número de parejas existentes en el casco urbano sino por su presencia en Los Barruecos anidando en los grandes bolos graníticos del entorno.

Narra la historia que los primeros pobladores de Extremadura estuvieron en estas tierras como así lo atestiguan las recientes excavaciones, que han hecho posible localizar restos romanos y del medievo tumbas antropomorfas.

Pero Malpartida de Cáceres no es sólo internacional por esto. En el lavadero de lanas de Los Barruecos, uno de los escasos edificios representativos de la arqueología industrial del XVIII que aún quedan en Extremadura, el artista alemán Wolf Vostell instaló en 1976 el museo de arte contemporáneo Vostell-Malpartida que alberga obras suyas y la colección más importante del mundo de happening y fluxus. La recuperación del edificio lo han convertido en todo un conjunto artístico y referente museístico mundial. Wostell llegó a Malpartida de la mano de su amigo y pintor Juan José Narbón, a quien también le han abierto un museo.

CUATRO ERMITAS

Entre sus monumentos religiosos destacan la ermita de san Antonio de mediados del siglo XV, la sencilla ermita de Los Mártires, la de santa Ana o la ermita de la Soledad, aunque no se puede olvidar la iglesia de la Asunción, donde convergen varios estilos con partes góticas, renacentistas y rococó como el retablo dorado. De época más moderna, citar los arcos de santa Ana, que ubicados fuera de su lugar original, son restos de un edificio civil. El paseo por Malpartida se completa admirando el palacio Cardo, el de Topete, el de la calle Parras o La Casona de la Inquisición. Además, el monumento natural de Los Barruecos, declarado así en 1996, es un espacio en el que se combina el agua con sus singulares elevaciones de granito, piedras de dimensiones gigantescas que confieren al paraje un encanto especial. Sus cuatro charcas se conocen como Barrueco de Arriba y Barrueco de Abajo, charca de Frasco Díez y charca del Molinillo y esos grandes refugios que suponen los altos bolos de granito convierten a Los Barruecos en un ecosistema excepcional.

A la hora de hablar de su economía, señalar que en los inicios del este siglo, ha experimentado un importante crecimiento, ya que aprovechando su cercanía a la capital su polígono industrial vive un momento emergente y muy dinámico apoyado por las distintas instituciones.