Sociólogo

Mienten, mienten de forma continuada, sin consideración ni pudor. Mienten descaradamente, de forma contumaz. Viven con la mentira, es consustancial a ellos, los rodea, los envuelve, los mantiene en el poder. Mentira y poder son los parámetros que los mueven y guían. Han mentido, mienten y seguirán mintiendo para perpetuarse en el poder, para no responsabilizarse de nada. La culpa no es nuestra dicen, es una catástrofe natural. Mienten y mienten y vuelven a mentir. No tienen ni dignidad, ni honor, ni honradez, ni vergüenza, ni pudor. Mienten para ocultar su incapacidad, su ineptitud, su desprecio hacia un pueblo trabajador. Le siguen mintiendo cuando manifiestan que todo está controlado, que el peligro ya ha pasado, que los medios necesarios para poder paliar la catástrofe llegan en abundancia a los puntos neurálgicos para su distribución.

Mienten, miente el Gobierno de la Xunta de Galicia y el Gobierno de España, insultan al pueblo gallego con sus mentiras, le escupen su desprecio, mienten a sus conciudadanos queriendo rebajarlos así a la categoría de súbditos. Están tan llenos de soberbia y poder que hasta se creen sus mentiras. No es extraño, han dominado y ultrajado a Galicia y a su pueblo durante tanto tiempo que lo consideran su finca particular, su feudo, su colonia. y como consecuencia de ello a los colonizados, a los siervos de la gleba no hay por qué darles explicaciones, ni razones, ni justificaciones de ningún tipo. Basta con mentirles o contarles un cuento.

Mienten tanto y tan continuamente que querrán convencernos de que el chapapote no es más que chocolate espeso. Su indignidad e ineptitud son tan grandes, como grande es el valor y la dignidad de esos marineros que con sus propios medios y con sus manos se enfrentan a ese monstruo negro, maloliente, de múltiples cabezas que esparce y vomita su ruina por toda la costa gallega. La rabia y la ira llena nuestro ser, quisiéramos estar con esos marineros, trabajar con ellos y rebelarnos con ellos contra la ineptitud, la incapacidad y la mentira que como si fuera chapapote han regalado los ministros del Gobierno y conselleiros de la Xunta.

Mienten y han mentido tanto asegurando que no pasaba nada, que creyéndose sus mentiras han abandonado su trabajo, sus obligaciones y al pueblo gallego. Han mentido, para irse de juerga, a cazar, o a pasar un fin de semana en el Coto de Doñana.

Y siguen mintiendo, y cuando la tragedia es tan grande y patente que sobrecoge a toda la ciudadanía, se van, como si nada ocurriese, a presentar un libro sobre los monjes y la herboristería abandonando su tierra y su gente. Mienten y en su ineptitud e incapacidad se encomiendan a Dios, a Eolo o a Neptuno, en vez de al trabajo, al esfuerzo, a la capacidad de organización, a la entrega y el sacrificio en la búsqueda del bienestar de su pueblo.

Mienten cuando dejan para más adelante, una vez que todo esté controlado, la depuración de responsabilidades porque como todos sabemos diluirlas en el tiempo es llevarlas al olvido y no hacerles frente nunca. Mienten y sólo por este hecho deberían tener la vergüenza de irse a su casa y abandonar su cargo. Mienten y mienten...