Una vez más hoy se pondrá a prueba la solidaridad de los trujillanos en el mercadillo que organiza la Escuela Hogar Guillén Cano Bote de Trujillo, más conocidas como colegio de Las Azules. Productos de limpieza, higiene, perfumería, complementos de primeras marcas, junto a ropa de segunda mano y objetos de decoración son solo algunos de los artículos que se podrán adquirir, gracias a las donaciones hechas por diferentes empresas, muchas de ellas locales y comarcales, según la hermana Alejandra Longo. Este tipo de mercadillos, que organizan frecuentemente, tiene como objetivo en esta ocasión la recaudación de dinero para financiar el campamento de verano que las 42 niñas residentes pasarán en la sierra de Gredos, del 15 al 28 de julio. En otras ediciones, la recaudación, «que llega a oscilar entre 400 y 700 euros», se emplea en la adquisición de instrumentos musicales para el taller de música, acondicionar la pista de tenis o un viaje a Viena el pasado mes de febrero para practicar inglés, entre otras inversiones. «El beneficio es mutuo», asegura la hermana, ya que el centro obtiene el dinero que necesita para sus actividades y proyectos «y la gente que viene a comprar lo hace con grandes descuentos por artículos de calidad», dice. Pero las hermanas no están solas en la organización del mercadillo solidario. Pilar Vázquez es la madre de una de las niñas que siempre echa una mano en la organización y la recaudación de los artículos. En este caso, el mercadillo estará hoy abierto de 9.30 a 20.30 horas.

HOGAR / La escuela hogar está gestionada por la Fundación Guillén Cano Bote y cuenta con 60 plazas, que en alguna ocasión han estado ocupadas al completo. En ella viven durante el curso niñas de entre 2 y 16 años, «aunque a veces tenemos también de 17 o 18 años para que cursen la FP Básica o el Bachillerato a través de la fundación». La mayoría de ellas proceden de familias desestructuradas o con situación económica precaria, «aunque también pueden ser que tengan problemas conductuales difíciles de resolver en el ámbito familiar en que viven, o que tienen un bajo rendimiento académico», cuenta la hermana Alejandra Longo.

Las residentes acuden a diario al colegio o instituto trujillano que les corresponda, pero durante el resto del día viven en la escuela hogar «donde queremos que sea para ellas como su casa». Por eso, deben tener unas responsabilidades y hábitos de convivencia «como tendría con una familia». Igualmente, también disfrutan de una «libertad interna» para ocupar como quieran su tiempo libre, «o salir con nosotras a pasear, ir de compras o hacer deporte». Asimismo, cuentan con sala de cine o rincón de lectura «para despertar habilidades o inquietudes que pueda tener cada una de las niñas o jóvenes».