Jarandilla de la Vera vibró un año más con motivo de la fiesta de Los Escobazos, al ser más de doce mil las personas que se concentraron en calles, plazas y establecimientos públicos, desde la llegada de la noche del sábado hasta la mañana de ayer lunes.

En cuanto anocheció, desde varios kilómetros antes de llegar a Jarandilla, ya parecía que había sido incendiada, formándose una nube de humo y ceniza, que sobresalía por encima de las edificaciones que dan forma, tanto a la Plaza de la Constitución como a las calles adyacentes. En concreto, cuando los jinetes iniciaron la procesión con el estandarte de la Virgen, portado por el mayordomo, no cabía un alfiler desde la Plaza Mayor hasta el cruce de la carretera de Losar, "más todas las personas que había repartidas por el resto del pueblo", según indicó el teniente de alcalde, Emilio Cañadas.

Las canciones relacionadas con la maternidad de la Virgen y su posterior ascensión a los cielos coparon la parte más importante del cancionero que la muchedumbre se encargó de desgranar por todo el casco urbano.

Por lo que respecta a las hogueras, la más grande volvió a ser la de la ermita de Sopetrán.

Una vez concluida la cabalgata el personal se fue retirando de las calles poco a poco, para continuar la diversión en los diferentes establecimientos públicos.