Monroy estará de fiesta este sábado. Cientos de personas se unirán para celebrar la tradicional festividad de las Candelas, que en este municipio cacereño se celebra por medio de 'Las Purificás', un rito que se remonta al siglo XIX y que recuerda a la purificación de la Virgen en el templo y al ofrecimiento a su hijo, tal y como exigía la tradición judía.

El arraigo de la celebración es tal que la localidad ha iniciado los trámites para que sea declarada Fiesta de Interés Turístico Regional. El evento consiste en una misa en la iglesia del municipio. Tras finalizar la homilía, llega el momento más importante: Las puertas del templo se abren y comienza el desfile procesional de la Virgen hasta el altar, acompañada de 'Las Purificás', jóvenes cantoras que entonan coplas centenarias alusivas a la imagen y llevan roscas de piñonate ofrecidas por tres familias devotas. En ese momento el párroco coge al Niño Jesús y lo coloca en el altar. Las jóvenes regresan hacia las puertas y, al finalizar los cantos, la emoción de los presentes y la suelta de palomas, hacen estallar cada año en aplausos a todos los presentes. Ya por la tarde las celebraciones continúan con el reparto de roscas de piñonate y una verbena.

Fundada en 1889

Está organizada por la cofradía de Nuestra Señora del Rosario. 'Las Purificás' se fundó en 1889, cuando se crearon las Candelas. Por aquel entonces, 'Las Purificás' eran cuatro mujeres que en ese año hubiesen tenido su primer hijo y que, al igual que la Virgen, acudían al templo a ofrecerse y a ofrecer al niño. La ofrenda no era la rosca de piñonate que hoy se hace, sino frutos de la tierra como cereales, embutidos, huevos o quesos. Después de la misa, se subastan todos los productos. Desde hace más de un siglo 'Las Purificás' son cuatro jóvenes del pueblo elegidas por la mayordoma de la cofradía: La que mejor canta es la solista y lleva la pandereta y otras dos llevan en un cesto una pareja de tórtolas o palomas.