La inmemorial fiesta de Las Purificás reunió ayer en Monroy a miles de vecinos y visitantes. Cada año la parroquia monroyega celebra con mayor entusiasmo y fervor esta tradición, que la localidad vive con emoción religiosa y gran alegría.

Son Las Purificás cuatro jóvenes --Ruth, Sonia, Efigena y Angélica-- elegidas por la mayordoma de la Virgen del Rosario. Van ataviadas con el típico traje local, con refajo de bayeta encarnada, bordado en blanco y plisado, jubón negro con remate de encaje blanco y tocado con pañuelo de raso del mismo color. Un precioso mantón de Manila y valiosos aderezos completan la indumentaria.

Una de Las Purificás acompaña una canción con golpes de pandereta y canta las dos primeras coplas. Cantando a coro siempre las otras tres. En primer lugar, se celebra la procesión de la Virgen alrededor de la ermita. Los asistentes llevan una vela en la mano, que hay que procurar que nos se apague, pues sería "señal de mala suerte para el campo".

En la misa, Las Purificás se quedan entre la puerta y la cancela del templo. Cuando las puertas se abren, Las Purificás cantan una copla y el párroco deposita al Niño Jesús en el altar. Después, se ofrecen a la Virgen los niños nacidos este último año.

TVE hizo varias conexiones en directo desde la fiesta de Las Purificás de Monroy, que terminó con el reparto de roscas donadas por el consistorio.