"Monroy vive Las Purificás con intensidad"

--¿Cuál es el origen de la fiesta de Las Purificás?

--El origen parece estar en el medievo, aunque el testimonio escrito más antiguo se remonta al segundo libro de la parroquia --no se conserva el primero--, donde ya figura la fiesta como tal, con la rifa benéfica y la solvencia de la cofradía, lo que ratifica que era muy anterior. Hace unos años, tras un seguimiento y estudio de la fiesta por parte de la Junta, fue televisada íntegramente para la región y don Pedro Penco, al cargo del equipo, afirmó que el son de la pandereta es árabe. La fiesta es un rito de purificación de la Virgen, que tras ser madre acude al templo a presentar a su hijo cumpliendo la Ley de Moisés.

--¿Cómo se configura esa bella estampa religiosa?

--Las Purificás son cuatro jóvenes locales ataviadas con el traje típico, nuestro refajo, que interpretan las 25 coplas alusivas a la purificación de la Virgen. Las acompañan las jóvenes, que portan roscas de piñonates que, una vez ofrecidas a la Virgen, son rifadas. Igualmente, otras cuatro jóvenes portan a la Virgen por el templo.

--¿Es compleja su organización?

--Más que compleja es de gran responsabilidad. Empezamos tres meses antes eligiendo Las Purificás, las familias que harán las roscas de piñonates y, sobre todo, ensayamos mucho para no dejar nada a la improvisación. En los demás actos del día colaboran entidades y empresas y el ayuntamiento corre con los gastos de las actividades paralelas. También otros colectivos hacen pequeñas roscas de piñonate y el coro local, Recordanzas, canta en la misa y baila la Jota Cuadrada. Esto hace que, como mayordoma, me ocupe exclusivamente de nuestro rito ancestral y de la rifa de roscas.

--¿Qué siente cuando termina el acto y el público aplaude?

--Sobre todo se siente emoción y relajación. Todos los monroyegos lo vivimos con intensidad y nos emocionamos al terminar las coplas. Después hay que pensar en el próximo 2 de febrero.