Navalvillar es conocida por sus famosos quesos con denominación de origen y sus bordados de lagartera. Situada en una de las laderas de la sierra de Las Villuercas y sobre el mismo río Ibor, su iglesia parroquial es del siglo XVI y tenía un interesante retablo gótico con algunas pinturas realizadas sobre tabla robado hace 30 años.

Es un pueblo agrícola y ganadero, circunstancia ésta que se da en muchas de las poblaciones de esta comarca, de la que se desconoce la fecha exacta de su fundación, siendo la referencia más antigua la encontrada en un documento fechado en Valladolid el 15 de mayo de 1293, durante el reinado de Sancho IV el Bravo, según el cual, y con motivo de un resarcimiento hacia la ciudad de Talavera, aquél concede tres dehesas a dicha ciudad, que a su vez su abuelo Fernando III había otorgado antes proindiviso, siendo una de ellas, la tercera, la situada en el Castrejón de Ibor.."hacia el Navalvillar y La Avellaneda..".

No se citan los lugares como poblaciones, pero es más que probable que su gestación se hallase cercana vinculándose al deseo de los reyes de crear establecimientos seguros, sobre todo en zonas como estas, cuya despoblación alentaba el bandidaje.

OTROS DOCUMENTOS

Más tarde, el nombre de Navalvillar aparecerá de nuevo en las Relaciones Topográficas como avecindado de Castañar y en un libro sellado en 1570 del archivo de Robledollano, donde se podía leer: "este pueblo era venta y servía a las gentes trashumantes que venían a esta zona desde el puente del Conde, y que estos con frecuencia se colaban por las sierras de La Avellaneda y Castañar", por donde algunos eruditos como A. Blázquez y F. Coello intentaban hacer pasar la vía romana conocida como el trazado señalado en el itinerario antoniniano y el en Anónimo de Rávena. Este tramo, rebatido y demostrada su imposibilidad, si bien no sirvió en la antigüedad para un tránsito regular de carros, fue útil para el paso de los ganados, que una vez pasado el contadero del puente del Búho o Las Veredas se dispersaban por estos pagos para entrar en las dehesas de Trujillo, sirviendo ocasionalmente algunas ventas para concentrar la escasa población de estos contornos, que acabaría naturalmente por formar poblaciones en los Ibores como Castañar y Navalvillar, en la senda natural hacia los pastos de la Villuerca Baja o de la Siberia extremeña.

De su patrimonio destaca la parroquia de Santa Escolástica, del siglo XVI, que ha sido totalmente reconstruida. La forman dos cuerpos, nave y cabecera, separada por un arco y cubierta de techos planos. Posee una torre campanario a los pies, su entrada principal, está realizada en arco.