La devoción de los torrejoncillanos hacia la Virgen de la Inmaculada volvió ayer a palpitar y a iluminarse en la noche del año más esperada por muchos con motivo de la celebración de la fiesta de La Encamisá. Una fiesta que ayer volvió a demostrar su gran atractivo para locales y foráneos. Sobre las nueve y media de la tarde, jinetes y escopeteros se iban sumando poco a poco en la calle Barrio Nuevo, justo en la vivienda número 69, lugar de residencia de uno de los grandes protagonistas de la noche de ayer: Conrado Grande Guillén, que a sus 67 años tuvo el privilegio de ejercer de mayordomo por promesa lo que le permitió recibir con sus propias manos la imagen de la Virgen de la Inmaculada, justo en la puerta de la iglesia de san Andrés Apóstol.

Una escena que se escenifica, con diferentes protagonistas, cada día 7 de diciembre y que envuelve a los torrejoncillanos en un gran sentimiento de devoción. "Es algo que no se puede explicar, es una grandeza inmensa, muy emotivo", comentaba el propio Conrado, que ostenta la mayordomía por una promesa, según explicó el mismo, por una enfermedad de su hija y que afortunadamente tuvo un final feliz. Por toda su gran devoción y en agradecimiento a la Virgen Inmaculada, Conrado ha querido este año servir a la Virgen ofreciéndose en los preparativos de las fiestas y en agasajar al público con unos 3.500 coquillos, más otros dulces típicos como cañas y floretas.

Quien también vivió su día especial fue Pedro Damián Alviz que este ha sido su primer año como presidente de la Asociación de los Paladines. "Se vive de forma diferente porque tienes que estar pendiente de la organización, de que todo salga bien y de ayudar al mayordomo en todo lo que se pueda", comentaba ayer minutos antes de celebrarse la fiesta. Este año, Alviz ha tenido que dejar a un lado su afición de escopetero al estrenarse como presidente de los Paladines. No obstante, asegura que el trabajo de participar directamente en la organización de la fiesta, "también tiene su recompensa".

La velada fue muy emotiva no solo para ambos, sino también para los cientos de jinetes y escopeteros que desde las diez de la noche participaron en la procesión iluminando con sus farolas las calles y plazas de este pueblo de algo más de 3.000 habitantes. Una noche inolvidable para todos ellos dentro de unas fiestas que continuarán hoy domingo con el Día de la Pura. A las doce del mediodía se oficiará la Solemne Misa Mayor en la iglesia de san Andrés Apóstol y la procesión. Después el mayordomo de las fiestas invitará al público al tradicional convite.