Enormes robles arrancados de cuajo, pinos jóvenes tronchados, chopos abiertos a la mitad en el coto de Jarandilla de la Vera, edificios de labranza y secaderos derruidos, invernaderos desaparecidos, maquinaria agrícola aplastada debajo de los escombros de las naves donde estaba guardada.... Son los devastadores efectos, ayer todavía visibles, de las rachas de viento huracanado que afectaron hace dos semanas a zonas del Campo Arañuelo y La Vera. El fuerte viento comenzó en las inmediaciones de la finca Finalima y, tras recorrer alrededor de veinte kilómetros en línea recta, se calmó tras pasar por Losar de la Vera.

Todos los propietarios de fincas afectadas por el fuerte viento, y otras colindantes, con los que se puso en contacto este diario coincidieron al describir que fue "algo terrible, que duró diez minutos".

Magín Burcio, de Jarandilla, aseguró ayer que "si en lugar de haber sido en el campo el vendaval pasa por algún pueblo, se lleva todo lo que hubiera encontrado por delante".

Los efectos que ha producido el viento en una franja de terreno de varios centenares de metros de ancha, en los términos municipales de Talayuela, Collado, Cuacos, Jarandilla y Losar de la Vera, siguen grabados sobre el terreno, de tal forma que da la impresión que han sido hechos con un balón gigante de aire que ha ido botando.

En las instalaciones de la finca Finalima, el fuerte viento derrumbó dos naves donde había almacenada maquinaria agrícola, que ha sufrido importantes desperfectos. Además, arrancó los invernaderos de cuajo, "por lo que los daños que nos ha ocasionado son cuantiosos", aseguró el presidente del grupo empresarial agrícola Finalima, Nicasio López.

Junto a la margen derecha del río Tiétar, el viento huracanado derribó un local propiedad de un vecino de Aldeanueva de la Vera y en las inmediaciones del cruce de la carretera une Robledillo con la garganta de Cuartos otro edificio agrícola quedó completamente derruido..