En principio se puede suponer, a tenor de los restos, que es probable que en la época prehistórica tuvieran lugar asentamientos en torno a el Canchal de los dos Ojos o Peña Buraca , aunque no se sabe mucho más sobre éstas culturas. Más tarde, en la época romana, es bastante fácil que hubiera población, aunque sólo sea una deducción hecha a partir de los trabajos que debieron girar en torno a la construcción del puente de Alcántara.

Los árabes también dejaron huella en la zona. El lugar donde se asienta el Castillo era una zona de viñas, en el que dice la leyenda que vivía la Mora Encantada y en el que ahora sólo quedan bloques de piedras de cantería de color rosado y blanco, que son los que posiblemente dan el nombre a esta localidad.

Del patrimonio de Piedras Albas cabe mencionar la parroquia de Nuestra Señora de la Romana, un edificio de mampostería y sillares en los contrafuertes, de una sola nave con cuatro tramos separados por arcos de medio punto sobre pilastras adosadas, y cubiertos mediante bóvedas de cañón con lunetos. Presbiterio recto, con arco triunfal de medio punto y bóveda de crucería estrellada. Coro a los pies, y torre en el ángulo suroeste, de planta cuadrada, y con dos cuerpos.

Dos puertas de entrada, una en el lado de la Epístola, con arco apuntado; otra en el lado occidental, con arco de medio punto. La parte más antigua corresponde al presbiterio, de la segunda mitad del siglo XVI. El primer tramo de nave se construyó entre 1630 y 1650, edificándose el resto del templo en la segunda mitad del siglo XVII.

NATURALEZA La vegetación de la zona es la propia de un terreno de secano. Abundan las encinas, alcornoques, y también ocupan un lugar muy importante los olivos, que forman parte del paisaje del pueblo, abundando en casas de campo desperdigadas por los olivares y entre las que se pueden encontrar preciosas arquitecturas del siglo XIX.

A cinco kilómetros, en dirección a Portugal y en la frontera natural que separa los dos países, nos podemos encontrar un puente romano, réplica del de Alcántara. La zona es un paraje a descubrir, con una increíble riqueza en su fauna.

El pueblo conserva la estructura arquitectónica de un pueblo donde las construcciones modernas no son muy comunes. Las casas tienen grandes muros que las aíslan del calor, a lo que ayudan los materiales utilizados en su construcción, que son fundamentalmente granito y pizarra. Además son muy abundantes los yacimientos de agua subterránea, lo que evita problemas de abastecimiento y facilita la proliferación de huertas.