La política forestal no puede ni debe estar guiada por los extremos. Tan radical es la posición de los grandes grupos empresariales de llenar indiscriminadamente la sierra de molinos eólicos como un conservadurismo llevado a sus últimos extremos. Lo decía sabiamente el filósofo, en el medio está la virtud.

Las opiniones de un grupo ecologista sobre las repoblaciones en Sierra de Gata, publicadas en la prensa regional, aún respetándolas, se me antojan extremas. Me baso en temas como las pistas forestales, que a mi juicio no dañan a determinadas especies y sí favorecen el acceso a vehículos de extinción de incendios, el uso para el ocio (siembre bajo un escrupuloso respeto del medio ambiente), así como los usos propiamente agrarios y ganaderos, facilitando el trabajo a las gentes del campo.

Sobre el uso de maquinaria pesada, necesaria por otro lado para la creación de la infraestructura necesaria, recuerdo una anécdota sucedida en un pequeño pueblo de la Sierra de Gata, Descargamaría, allá por los años ochenta, cuando una bióloga, llegada desde la lejana y urbana Mérida, criticaba el uso de maquinarias para la explotación forestal, ante lo cual un empresario local, procedió a preguntar cómo la señora había llegado al pueblo. "En coche", fue la respuesta, y la contestación del maderero no fue más que otra pregunta: ¿Y por qué la señora no viene en burro, que no contamina?. Evidentemente, a esta segunda pregunta la licenciada, que presidía la reunión, no contestó. Hoy no se puede plantear una obra a pico y pala, pienso yo.

El tema de la selección de especies para repoblar es muy delicado. Es necesario tener en cuenta multitud de factores, ecológicos, climáticos, etcétera. Pero también los económicos. El odiado por muchos pino consiguió no hace muchos años, en la pequeña villa anteriormente nombrada, el mantenimiento de tres empresas madereras, numerosas personas que trabajaban en la explotación de los montes así como de numerosas familias que trabajaban en la obtención de resina. Es decir, fue un ejemplo de desarrollo sostenible. Tal arraigo tiene la conífera en Descargamaría, que existe una fiesta ancestral cuya denominación es El pino Marro.

Por último, una reflexión: sobre el medio rural opinan los urbanitas, tanto de los grandes proyectos empresariales como de la política medio ambiental. Si buscamos un equilibrio que haga posible el desarrollo sostenible, necesariamente hay que escuchar y darles una opinión a tener en cuenta en una futura actuación a los principales agentes, los vecinos que sobreviven en un medio cada día más duro, el pueblo.