Según refieren el ganadero Cipriano Paniagua Paniagua y otros campesinos de la zona, se están produciendo, en estos últimos meses, bastantes robos de cancelas (denominadas por estos pagos como "engaríllah") que sirven para acceder a las fincas rústicas. Algunas de estas cancelas son de probada antigüedad, forjadas por los herreros locales en las viejas fraguas de las villas y lugares de la comarca de Tierras de Granadilla y otras comarcas colindantes, por lo que se erigen en auténticas piezas artesanas.

Del mismo modo, también hay otros amigos de lo ajeno que se dedican a llevarse las piedras de lo que se conoce por estos términos como "volanteo", que viene a ser el conjunto de losas graníticas, bastante planas y muy bien conformadas, que se colocan cerrando las hiladas de los muros que rodean huertos, "ciérruh", "cercáuh", "pláuh" y otras fincas que se extienden generalmente por las áreas donde abundan las "moléñah" (granito). Se sospecha, al decir de agricultores y ganaderos, que estas piedras se las llevan para revestir las paredes de chalés y otras viviendas, saliéndoles de esta forma gratuito el revestimiento de las fachadas de las casas.

En el caso de las cancelas de hierro, se especula que irán a parar a chatarrerías, vendiéndose al peso, sin descartar que se mercadee con las más artísticas, que pasarán a formar parte de lujosas viviendas que se construyen posiblemente a muchos kilómetros de distancia de donde fueron arrancadas de sus asientos.

Estos robos se vienen produciendo por la noche, indicando algunos vecinos que se ven perfectamente las rodadas de los vehículos en donde, presumiblemente, han cargado las piezas. También se habla de furgonetas y todoterrenos con remolques que se han visto merodear a ciertas oscuras horas por apartados caminos y que no son propiedad de los comarcanos, aunque algunos afirman que estas "aves de rapiña" deben tener enlaces en los mismos pueblos.