TDtespués de la explosión de los años 80, llegaron los 90, aquello de la Madrila Baja en Cáceres, el enfrentamiento entre hosteleros y algunos sectores de la sociedad, el triste mérito de ser los "inventores" del botellón, y el agostamiento de una actividad económica posible y viable, moral y éticamente irreprochable si las cosas se hacen como deben. Los horarios de cierre en la hostelería son absurdos. Solo sirven para desarrollar el botellón, con resultados muy negativos para la gente más joven y para que los mayores se encuentren los días de salida a alguna celebración, horarios ridículamente reducidos. Luego está la gente que necesita descansar ¿es que solo pueden hacerlo a partir de las dos o las tres de la madrugada? No tiene sentido. En Extremadura, si aspiramos de verdad a ser una potencia del turismo de interior, que disfrutamos unas largas noches de verano, de un mes más de primavera climatológica y un otoño templado, con una universidad a la que viene la juventud del resto del país y aun del mundo, tenemos que ser mas listos y empezar a hacer las cosas mejor.

Los locales han de estar absolutamente insonorizados, la policía ha de mantener presencia real en las calles por la noche para mantener el orden. La sociedad debe reeducarse, no se puede estar por la calle de noche dando voces, haciendo pintadas, orinando por las esquinas y comportándose de forma antisocial. Sencillamente, no se puede. Los hosteleros tienen que comprender que la absurda guerra por ver quien arranca mas decibelios de sus equipos de música la perdemos todos y es innecesaria. También es importante diferenciar entre Mérida o Jerte, lunes o viernes, febrero o agosto.

Evitando molestar a los demás, respetándonos más, podemos aumentar los horarios nocturnos de hostelería lo que sea necesario. Si se vencen egoísmos, intransigencias, se aumenta el respeto y crece la educación, estaremos mas cerca de superar la crisis y avanzaremos hacia una sociedad mejor y económicamente viable.