El nombre de Rebollar procede de "Rebollo", monte de roble pequeño. El pueblo descansa sobre una empinada ladera en la margen derecha del valle del Jerte. Desde la localidad se contemplan unas magníficas vistas de la pradera que se extiende a la vera del río y también se contemplan Valdastillas y Casas del Castañar que, a modo de vista de pájaro, se engloban en un entorno paisajístico excepcional.

Rebollar es el punto ideal para iniciar el ascenso al pico del Ceburnal (1.589 m.), de fácil acceso y desde el que se divisan los dos valles: el Ambroz y el Jerte. También el pico de Los Camochos de la Gama (1.830 m.) resulta gratificante por sus vistas, aunque la subida resulte más complicada.

La visita al pueblo resulta de obligado cumplimiento, donde en sus angostas calles se aprecia que los aleros y balcones casi se tocan. Sin lugar a dudas, Rebollar estuvo habitado desde tiempos prehistóricos, ya que se han encontrado restos de hachas, puntas de lanza, utensilios de molienda y las tumbas antropomorfas halladas en el Cerro de la Castañera, similares a las de las fincas del vecino término de El Torno El Mojigato , Romanejo y en el Prado Camacho .

Se han hecho toda clase de elucubraciones sobre el origen de estas tumbas excavadas; unos las han fechado en la edad de hierro, otros las relacionan con altares prehistóricos de sacrificio, pero probablemente sean de carácter tardorromano. También como enclave neolítico destaca el Butracón , una pequeña cueva en forma de embudo, donde han ido apareciendo restos diversos, como hachas y cerámica tosca.

MUSEO VIVO Rebollar está considerado como un museo vivo de arquitectura popular y buena prueba de ello son las llamadas Casas del Canchal que se alzan sobre impresionantes moles de granito en apariencia inestable. También se caracteriza por sus angostas calles y espacios; las casas son un ejemplo impresionante de adaptación al escarpado terreno y de aprovechamiento de los recursos naturales.

La iglesia parroquial de Santa Catalina, una humilde construcción del siglo XVII que ha sido reformada, consta de una nave interior de dos tramos y cabecera, dividida por arcos de medio punto y cubierta a base de techumbre de madera a dos aguas. El templo alberga una píxide de plata de estilo gótico-renacentista, donada por el obispo Gutiérrez de Vargas y Carvajal.

Los amantes de la naturaleza pueden encontrar vegetación y un pueblo digno de ser admirado. Los amantes de la fotografía y la pintura encuentran un lugar donde explayarse, pues no son pocos los rincones y vistas dignos de tal ocurrencia.