La localidad se sitúa en las laderas de la sierra de Santa Cruz-Montánchez, lo que le hace poseer un terreno ondulado y accidentado, de ahí que un porcentaje importante de sus tierras (28,5%) presente unas pendientes superiores al 20%. En su término municipal se encuentran los montes Barrera Alta, Lorenzo y Puerto Viejo, y las lomas de Fuente Barrera. Esta localidad está bañada por el río Gibranzos y los arroyos de la Magdalena y de la Hondonada.

Muchos pueblos han pasado por éstas tierras a lo largo de la historia. El pueblo celtibérico, de cuyo paso aún quedan restos en la sierra como una piedra labrada en roca viva y que la utilizaron como primer lagar de extracción de aceite de oliva. Llegaron después los romanos quienes dejaron también esculpidas sus lápidas y después los árabes.

En cuanto a su actividad económica, es un pueblo eminentemente agrícola y ganadero, actividades que ocupan a más del 80% de la población. La mayoría de su superficie agraria se dedica a las labores ganaderas, al pastizal y a la dehesa.

Los cultivos más importantes son los cultivos herbáceos, el viñedo, y sobre todo el olivar que produce medio millón de kilos de aceituna para la extracción del aceite. El resto de los sectores económicos no suponen una actividad predominante dentro de la población activa local. Es, sobre todo, a partir de la década de los años 50 cuando la población se vea seriamente afectada por el fenómeno de la emigración.

EMIGRACION

La influencia devastadora de la emigración ha provocado el envejecimiento de la población, y el que su tasa de mortalidad sea superior a su tasa de natalidad. De todos modos, en las dos últimas décadas, estas consecuencias tienden a suavizarse como consecuencia del regreso de muchos de aquellos que en su día abandonaron la localidad, y de un desarrollo económico incipiente.

El principal monumento es la parroquia de San Pedro, del XVII, de una sola nave con cinco tramos cubiertos con bóveda de cañón de lunetos y dos capillas laterales. El retablo del siglo XVI, situado en el lado del Evangelio, el Cristo de los Remedios del siglo XVII, y una magnífica cruz procesional de plata con decoración repujada y cincelada del siglo XVII.

Además de su iglesia parroquial de San Pedro y su magnífico retablo, resulta de especial interés la arquitectura popular de Robledillo de Trujillo, que está caracterizada por el empleo de mampostería y el sillarejo de granito procedente de la cercana Sierra de Santa Cruz. Como casi todos los pueblos de la meseta trujillana posee muchos pequeños huertos separados por magníficas paredes de piedra.