Fue antiguamente conocida con el nombre de la aldea del pastor. Al asentarse en la penillanura trujillano-cacereña, el relieve es llano y alomado. El término se encuentra en la transición de la citada penillanura y la sierra de Montánchez. Entre las alturas destacan la Calamocha y la loma denominada la Barrera del Brujo. Baña el término el arroyo Gibranzos. El clima es de tipo mediterráneo subtropical; entre la vegetación autóctona destacan: la encina, el matorral, la jara o el cantueso.

El primer documento donde aparece el nombre de Santa Ana data del 5 de agosto de 1648 mientras que se sigue mencionando La Villa de Aldea del Pastor hasta el 16 de abril de 1649 con el dato curioso de que el que firma en este periodo, Alonso Sánchez Trejo, se autodenomina cura d´esta villa refiriéndose indistintamente a Aldea del Pastor.

Sin embargo en lo que hoy es el pueblo no debería haber más que una ermita, de las muchas que pululaban por los campos, en honor a Santa Ana. Con el correr del tiempo y seguramente por razones del suelo, debió haber un progresivo desplazamiento desde la primitiva aldea hasta lo que hoy es el pueblo, cuyo emplazamiento alrededor de la ermita y, sin duda su devoción a la Santa hicieron que lo que se llamaba hasta entonces Aldea del Pastor diera lugar a la actual designación de Santa Ana, desde mediados del siglo XVII.

La edificación primitiva debió comenzar por el llamado barrio de Las Lanchas y así parecen corroborarlo los tres escudos que allí hay. De su patrimonio hay que hablar de la iglesia del siglo XVI de estilo barroco, que cuenta en su interior con tres retablos del siglo XVIII. Un pórtico precede a las puertas de acceso, presentando capiteles del gótico.

CASA DE LAS PIZARRAS

Destaca la Casa de las Pizarras, un edificio de mampostería del XVI muy transformado y mal conservado, perteneció a los descendientes de Francisco Pizarro. Presenta arco de medio punto en la fachada, con escudo de armas en piedra, perteneciente a la familia Pizarro. O el Molino; en los márgenes del Río Gibranzos, en la Dehesa Boyal, existen restos de un molino, utilizado antiguamente para moler grano.

En el municipio existen varios lavaderos de piedra utilizados anteriormente por las mujeres para lavar las prendas. En Santa Ana, la artesanía también ha sido una actividad que durante muchos años tuvo un peso muy importante en la economía del municipio; los pequeños talleres de telares que tejían mantas, alfombras, tapices u otros objetos eran numerosos, formaban un total de 26. En la actualidad sólo algunos permanencen que se dedican a tejer de forma particular.