Si estar a favor del aborto es ser feminista, llámenme machista. Ahora bien, acepten que les quite cada atisbo de progresía de la que hacen gala, y renuncien a su politización, porque estar a favor del aborto no es de izquierdas, ni posicionarse en contra de derechas. Defender el derecho a vivir tiene más de principios éticos y morales interiorizados que de afinidad política.

Recientemente se ha creado +Vida. Alvaro Ortega y Duarte Falcó encabezan a un grupo de jóvenes que defiende la figura del no nacido. Significativo es su video de presentación, en él cuentan con personajes públicos que sin afinidad política se unen a su lucha, que incluye pedir al Gobierno que haga efectiva su promesa de cambio en la legislación vigente, aprobada en 2010, y en la que el aborto es, más que nada, un método anticonceptivo. Acabar con la muerte del feto es la lucha de muchos, pero hay otras cuestiones preocupantes que se deben ser tratadas. Las complicaciones físicas que, en muchos casos, acaban con la fertilidad de la mujer son patentes, pero ¿hasta dónde llegarán los problemas psicológicos y psiquiátricos en el futuro?. Cada vez son más las madres abortistas que se acercan, derrumbadas y terriblemente arrepentidas, a las asociaciones pro vida.

El Gobierno debe enfrentar la situación actual, no sólo cambiando la ley, debe hacer frente a problemas de base; el primero sería implantar una formación en material sexual libre de dogmas religiosos y sociales, y con la naturalidad del propio acto sexual. El segundo pasa por agilizar los trámites de las adopciones; es inconcebible que en un país con oferta y demanda sea la burocracia la que desanime a unos y obligue a otros a estar recluidos en centros públicos.

Las autoridades deben plantearse volver a la legislación de 1985, y a las tres excepciones que en ella se recogían: terapéutica, criminológica y eugenésica. La sociedad, por su parte, debe sentirse orgullosa de que unos jóvenes dediquen parte de su tiempo a defender algo tan básico y tan humano como es el derecho a la vida.