Hago mías estas dos palabras pronunciadas por el poeta Antonio Gamoneda y me atrevo a usarlas como título de este artículo. Terrorismo cultural; esta es la frase con la que el escritor leonés califica la creciente persecución del Estado a los artistas jubilados. Resulta que, por ejemplo, a un escritor, que durante toda su vida ha venido conciliando su trabajo profesional con su labor creativa, al alcanzar su edad de jubilación y percibir la pensión que le corresponde, se le priva de escribir porque dicha pensión es incompatible con la creación literaria.

En primer lugar, el arte es una expresión del sentimiento humano que enriquece su capacidad emocional, y, ante todo, es un bien cultural. La Constitución Española, en su artículo 44-1, establece que "Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho".

Impedir la creatividad de talentos a una edad en la que, por madurez intelectual, mayor y mejor puede ser su aportación a la sociedad, es abocar la expresión artística a la oscuridad y al silencio. Poner muros legales a la cultura es condenar a un país a la miseria social.

La pensión de jubilación debe garantizarse como un derecho adquirido, que, en ningún caso, debería ser incompatible con la creación artística. ¿Cómo es posible que a escritores jubilados se les retire su pensión por editar una novela o percibir derechos de autor, mientras que a los ex presidentes del Gobierno de la Nación se les permita cobrar su pensión vitalicia y, a la vez, percibir abundantes ingresos como consejeros de determinadas entidades financieras, por asistir a conferencias por la publicación de libros etcétera.? Parece que las excepciones legales solo lo son para las clases privilegiadas.

Termino con una frase citada por D. Miguel de Unamuno: "Solo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe. Solamente la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura".