Torremocha es una población inmersa entre dos paisajes diferentes, pero muy significativos de la zona: la penillanura cacereño-trujillana y la Sierra de Montánchez. Se trata de una localidad desmochada por la rebelión de algunos nobles contra los Reyes Católicos, que acabaron de este modo con su poder tomando hasta los maestrazgos de las órdenes militares.

En la comarca aún quedan restos de los pueblos que se establecieron en sus orígenes: celtas, vetones y lusitanos. También dejaron testimonio de su presencia romanos y árabes. Torremocha fue una villa de la Encomienda de Montánchez (siglo XVI), que dependía del Priorato de San Marcos de León, con sede en Llerena. Aunque no fue hasta el año 1631 cuando alcanzó su autonomía tributaria y jurisdiccional.

ARQUITECTURA POPULAR

La localidad tiene un trazado urbanístico compuesto por un entramado de calles rectas y de notable amplitud. Las muestras de arquitectura popular pueden apreciarse en sencillas viviendas de dos pisos construidas con mampostería encalada, en cuyos muros se abren vanos adintelados. Algunos edificios de carácter solariego evocan el noble pasado de la población, con portadas de cantería granítica sobre columnas o pilares, balconadas y ventanales de hierro forjado y referencias heráldicas. La vivienda más antigua de la villa, situada en las proximidades de la iglesia parroquial, pertenece al siglo XVI.

De su patrimonio religioso destaca el gran número de edificios. La iglesia parroquial de la Asunción, de grandes proporciones, está ubicada en la plaza Mayor del municipio. Además de la importante colección de retablos e imágenes de los siglos XVII y XVIII que alberga este templo, cabe destacar un pequeño Cristo crucificado yacente, de talla y estilo muy cuidados, encargado en 1609 por la cofradía de la Santa Vera Cruz a Tomás de la Huerta, uno de los artistas castellanos que trabajaron en la provincia en el primer cuarto del siglo XVII.

Mención especial merecen sus ermitas. En el núcleo urbano se pueden visitar las de la Piedad y del Cristo del Humilladero, ambas de estilo barroco popular del siglo XVIII, y la de San Antonio, también construcción popular del mismo siglo. A tres kilómetros de Torremocha se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Torrealba, una sencilla obra en mampostería de marcada rusticidad, levantada en el siglo XVI.

Esta tierra es rica en recursos naturales, pues acoge el nacimiento del río Guadiloba, la atraviesa el Salor y está en la ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves) de Los Llanos de Cáceres. Destacan algunos parajes húmedos, como los pantanos del Gallo y Jarripa, y algunas charcas.