De esta localidad, situada en el corazón de la comarca de Montánchez, en la carretera de Medellín, sorprende sobre todo la utilización del esgrafiado, una técnica decorativa de influencia morisca muy abundante en sus calles.

El esgrafiado se consigue extendiendo sobre la fachada dos capas de revoco de distinto color, compuesto por una mezcla de cal y arena, dibujando en la externa el motivo ornamental. Después, al eliminarla, la de abajo aparece con un color de revoco distinto. Este proceso da lugar a una decoración bicolor con temas más o menos geométricos, que se repiten de forma regular por toda la superficie de la fachada. Valdefuentes está lleno de muestras de este tipo de decoración, algunas de singular belleza y dificultad.

De los orígenes de Valdefuentes se sabe que se remontan a la Edad del Bronce, y también se conoce que en sus alrededores hubo una intensa colonización romana, como lo atestiguan los restos de lápidas y demás objetos hallados, además de los puentes que todavía se conservan.

El municipio perteneció a la Orden de Santiago hasta que, con permiso papal, se desmembró de ella para incorporarse a la corona. No obstante, el rey Felipe II la vendió a mediados del siglo XVI a la casa del marqués de Sande, que la convirtió en una villa laica. Los restos de toda esta historia se pueden contemplar todavía en el convento de San Agustín, conocido como El escorial chico , del siglo XVII, en el que destaca el claustro, toda una joya del arte de la cantería, con un aljibe en el centro de su jardín. El edificio es desde marzo un museo etnográfico.

UN ROLLO DEL SIGLO XVI

Como casi todas las localidades extremeñas, posee El Rollo, símbolo de su autonomía y de su título de villa. El de Valdefuentes es del siglo XVI y se encuentra en el centro de la plaza, aunque no era éste su enclave original. En la plaza destaca el palacio, que vendió el marqués de Valdefuentes a particulares en 1926. La fachada se encuentra adornada con escudos de gran riqueza heráldica.

De su patrimonio religioso, recordar la iglesia de Bienvenida, la patrona, un conjunto arquitectónico de grandes contrastes cuya joya es la bóveda del baptisterio, el camarín y el altar mayor. La antigua Audiencia es un edificio a tener en cuenta y, ¿cómo no?, los tres puentes romanos que rodean la localidad.

Su economía se basa en la agricultura y la ganadería, además del sector servicios, en el que destacan las empresas dedicadas a fabricar queso y torta de oveja, el vino de pitarra y la elaboración de higo seco y derivados, además de embutidos, que pueden degustarse en la feria agroalimentario que se celebra cada año en marzo.