La Vera guarda un mundo de leyenda. De padres a hijos se han traspasado creencias, bulos y rumores que durante siglos han deambulando entre los corrillos vecinales. Muchas de las fiestas que se celebran a lo largo y ancho de esta comarca norcacereña, una franja de terreno que se extiende a lo largo de la falda sur de la Sierra de Gredos, deben su origen al cúmulo de leyendas rurales.

Las diecinueve localidades veratas, cinco de ellas declaradas conjunto histórico-artístico, conservan viejas historias que inundan las calles como el agua que corre abundante por los cauces de casi medio centenar de gargantas y que surcan las laderas de las montañas.

Si el agua es fuente de vida y riqueza, con destacados charcos y remansos, muy apropiados para combatir las temperaturas propias de esta época del año, que por otra parte no suelen subir mucho por la abundancia de agua y la vegetación, las comidillas del pasado son fuente de creatividad popular.

La Serrana de la Vera

Así La Vera, aparte de los encantos naturales, históricos, gastronómicos, artísticos y culturales, cuenta con una larga lista de ritos, leyendas y fiestas de interés turístico.

Entre las leyendas, destaca la de la Serrana de La Vera. Mujer de gran corpulencia que vivió en los montes de Garganta la Olla, matando a cuantos hombres encontraba por aquellos parajes, para vengar la deshonra que le infligió un noble.

Otra leyenda cuenta que entre el Real Monasterio de Yuste y la Casa de Jeromín, en Cuacos de Yuste, existe un túnel que habría sido utilizado por el monarca Carlos V, para visitar supuestamente a su hijo bastardo, don Juan de Austria.

Narraciones de este tipo se cuentan en varios pueblos, relacionadas con los moros , sin que falte el encantamiento de alguna princesa mora , como ocurre en Aldeanueva.

En el capítulo de fiestas, alguna de ellas, como el Pero-Palo en Villanueva, ha sido catalogada por algunos autores como rito de la España mágica , seguida de otras similares, entre las que se encuentran Los empalaos , de Valverde, y Los Escobazos , en Jarandilla, "donde las llamas alumbran el pueblo". Los judas, en Garganta y Torremenga, el Boo de Pasarón, y las capeas de toros en las plazas de los pueblos, configuran un cartel , atractivo todo el año.