La Vera se encuentra ubicada en el noreste de la provincia de Cáceres, configurada por diecinueve municipios y la entidad local menor de Valdeíñigos, dependiente de Tejeda de Tiétar. Los pueblos están insertados en la ladera sur de la Sierra de Gredos, como si de una cadena de perlas puesta en la vertiente de la montaña, se tratara.

La comarca verata cuenta, aparte de con verdor y agua durante todo el año, con otros atractivos históricos y culturales que la hacen única. En el primer apartado está regada por cuarenta y siete gargantas, cuyos caudales bajan veloces de las montañas, la gastronomía fue yantar de emperadores, obispos, santos, rufianes y monjes, favorecida por el retiro llevado a cabo por Carlos V, en el Real Monasterio de Yuste.

Paralelamente cinco cascos urbanos: Pasarón de la Vera, Garganta la Olla, Cuacos de Yuste, Valverde y Villanueva, ostentan el título de "Conjunto Histórico-Artístico". Varias fiestas: Los escobazos, que se celebra en Jarandilla el 7 de diciembre por la noche; el Pero-Palo de Villanueva de la Vera, ostentan el título de Interés Turístico Regional.

Pero si la Vera goza de multitud de peculiaridades, no lo es menos su Semana Santa, que arranca el Miércoles Santo con la celebración de un jubileo anual en el pueblecito de Collado. A las 17.00 horas comienzan los actos que permiten a peregrinos y asistentes, ganar las indulgencias plenarias establecidas por las autoridades eclesiásticas.

Al día siguiente, en la noche del Jueves al Viernes Santo, justo cuando empieza la madrugada, el cumplimiento de la penitencia toma bandera en Valverde, donde entre treinta y cuarenta hombres se empalan, para recorrer un duro vía crucis, cargado de promesas y dones recibidos, que se pierde en la noche de los tiempos, tal y como plasmó en el cuadro de Los disciplinantes , el pintor de Fuendetodos, Francisco de Goya y Lucientes.

El empalao, es siempre un hombre, ya que sería imposible que una mujer llevara el atuendo, que se coloca sobre sus hombros desnudos, consistente en un timón de arado romano, que va sujeto mediante una soga de esparto que a su vez recorre todo el torso desnudo. De cintura para abajo viste una enagua blanca, terminada en encaje, y del timón de los brazos penden un par de vilortas, con tres aros cada una que con su sonido rompen el silencio de la noche y avisan de la llegada de un empalao, cuya fiesta está declarada de Interés Turístico Nacional. El resto de pueblos de La Vera, también procesionan con imágenes bellas, algunas cargadas de siglos. Entre las localidades donde la Semana Santa adquiere un relieve especial es en Jaraíz. Destacan la Procesión del Silencio, que tiene lugar el Miércoles Santo, a partir de las 11:00 de la noche, y en la que participan solamente hombres, mientras las mujeres observan el desfile religioso desde las esquinas.

La procesión del Santo Entierro, el Viernes Santo por la noche, también constituye un hito importante en la Semana Santa Jaraiceña. Solamente participan los miembros de las cofradías que desfilan, mientras el resto de personas observan el paso de las imágenes desde lugares elegidos previamente para ver pasar el cortejo, compuesto por más de un millar de personas.

En cambio la alegría vuelve a la comarca en la noche del sábado de resurrección con la quema de Judas que se lleva a cabo en municipios como Garganta la Olla y Torremenga. En esta última hay representación de un auto sacramental. Jarandilla también celebra esta tradición, en la mañana del domingo de Pascua. Justo en este día inicia Jaraíz las múltiples celebraciones que tienen lugar durante dos fines de semana, en torno a su Patrona, la Virgen del Salobrar.

A pocos kilómetros, dirección Plasencia, junto a la Ex-203, Pasarón de la Vera, honra a la Virgen de la Blanca, el Lunes de pascua, con una multitudinaria romería.