Este pueblo se encuentra ubicado en la falda de la sierra de Montánchez, divisoria natural de los ríos Tajo y Guadiana. Uno de sus distintivos más originales es, sin duda, la Encina Terrona, la más grande del mundo. Se trata de un ejemplar único. Declarado Arbol singular de Extremadura . Sus dimensiones y su porte lo convierten en un monumento de la naturaleza.

Su bellísima arquitectura, su aspecto gigantesco y su avanzada edad (800 años aproximadamente) son un todo un reto. Sus dimensiones son: 7,70 metros de perímetro de tronco; 16,4 metros de altura y 27 metros de diámetro de copa. La encina está rodeada de un gran museo natural de encinas y pastos en un paisaje típico de la dehesa extremeña. La Encina Terrona se ha convertido en el símbolo más representativo de la localidad.

Zarza de Montánchez perteneció a la Orden de Santiago, Encomienda de Montánchez. En los alrededores del municipio han aparecido restos de la Edad del Bronce como una estela funeraria decorada encontrada en el camino de la sierra de San Cristóbal, dos dólmenes (uno en la finca llamada de Pérez, situada detrás de la finca donde se celebra la romería y el otro muy cerca del primero, junto al arroyo) y los llamados Atambores , covachas naturales formadas por grandes rocas colocadas de forma caprichosa que forman entre ellas diversas cuevas.

RESTOS ROMANOS

La existencia de restos romanos se hace patente con la presencia sencilla pero robusta y segura de un puente de tres ojos situado sobre el río Tamuja. La fundación de Zarza en su actual ubicación data de la primera mitad del siglo XIII, aproximadamente hacia 1236, cuando es nombrado en Mérida don Rodrigo Iñiguez, maestro de la Orden de Santiago.

Su iglesia de San Miguel Arcángel está declarada Monumento de Interés Histórico Artístico, es esta una notable edificación que conjuga varias corrientes estilísticas a causa de sus distintas etapas constructivas: la cabecera poligonal, con potentes contrafuertes exteriores, es obra de carácter gótico. Del contenido artístico del edificio merecen destacarse las pinturas al fresco del siglo XVI, que se conservan en el lado del Evangelio. Presentan motivos arquitectónicos y efigies de San Juan y un santo franciscano.

El pueblo contaba con cuatro ermitas, sólo quedan los restos de la de San Salvador, está situada junto a la carretera Cáceres- Miajadas, en ruinas, se conservan los muros y el arranque de las bóvedas, así como la fuente.

En el municipio existen dos cruces representativas de antiguos cruces de caminos: la cruz de la calle de la iglesia y la cruz de Retamal, a la entrada.