El mundo católico clama desde hace días contra Madonna --virgen , en italiano-- porque este domingo, al final de su espectáculo del Confessions tour, tiene previsto crucificarse en el Estadio Olímpico de Roma, la capital de la cristiandad , como hizo en Cardiff el 30 de julio. Sin embargo, las autoridades del ayuntamiento romano han dado a entender que están ejerciendo algún tipo de presión sobre la cantante para que "sea discreta" en su actuación, informa Rossend Dom¨nech.

"Madonna debería optar por una solución más sobria y menos arriesgada," ha dicho Mirko Coratti, presidente del consejo municipal, aludiendo metafóricamente a las tempestades de rayos y truenos caídas en los últimos días sobre Roma.

Algunos párrocos han escrito cartas abiertas contra la artista, un cardenal ha definido su espectáculo como "irrespetuoso, de mal gusto, provocativo y estúpido", y varios miembros del gobierno central de la Iglesia han tachado de "vergonzoso que la muerte de Jesús sea motivo de risa en la Ciudad Eterna".

"La señora Ciccone --apellido de Madonna-- no se burla de la medialuna islámica o de la estrella de David, porque el cristianismo es más tolerante, no pone mano a la cimitarra y no lanza fatuas, no da miedo a nadie", ha escrito Vittorio Messori, biógrafo de Karol Wojtyla.