Iván Couso nació en Bilbao en 1985. Es un apasionado del fútbol, y el fútbol fue el que lo trajo a Extremadura, más concretamente a Jerez de los Caballeros, en 2007. Echó raíces allí, donde conoció a la que sería su mujer. Cuando llegó a la región se dio cuenta «del tesoro que tiene esta tierra y de que la gente que no la conoce no sabe lo que se está perdiendo, no solo por su naturaleza, si no por los grandes profesionales que trabajan aquí».

A mediados del pasado febrero, Iván comenzó a sentirse más cansado de lo normal, algo no muy habitual en un hombre de 33 años, deportista y con buena salud. Ni el tabaco ni el alcohol habían estado presentes en su vida y su alimentación era saludable. Su pareja se fijó en que tenía un extraño color «como más amarillento». El 17 de febrero, Iván decidió hacerse un chequeo para ver cuál era la causa de su fatiga y de su tono de piel. En los primeros resultados, los médicos le dijeron que tenía las transaminasas por las nubes y que lo iban a derivar al Hospital Universitario de Badajoz. En la capital pacense se volvió a someter a gran número de pruebas, que revelaron no era nada halagüeño. Iván tenía, además de las transaminasas altas, unos niveles de bilirrubina exagerados. Los médicos le explicaron que estaba sufriendo una insuficiencia hepática aguda, incluso le comentaron que les «sorprendía verme de pie y consciente». Automáticamente Iván fue ingresado y comenzó a someterse a tratamiento. Primero con corticoides, después con diálisis hepática, lo que le provoca una trombosis inguinal, pero nada surtió efecto. «Mi cuerpo comenzó a rechazar mi propio hígado», comenta.

El órgano apenas le funcionaba, provocándole una encefalopatía hepática, pues su hígado no conseguía eliminar las toxinas de la sangre. Iván pasó a Código Cero, un programa en el que se incluyen órganos vitales como corazón e hígado, para personas que necesitan un trasplante urgentemente, sin necesidad de lista de espera. El pasado 3 de marzo se le realizó la operación de forma exitosa y sin incidentes.

Durante el proceso, el hospital le ofreció la posibilidad de irse a Bilbao para ser tratado allí. Él lo rechazó. «¿De qué me servía irme a Bilbao cuando en Badajoz me estaban tratando estupendamente? La gente no conoce bien Extremadura, pero yo jamás podré olvidar que me han salvado la vida en Badajoz. El agradecimiento que le tengo a esta gente no lo podré expresar jamás».

Iván tiene que seguir yendo a consulta para ver cómo avanza su recuperación. Allí se encuentra con los profesionales que le han salvado. «Confié en ellos en el momento más delicado de mi vida y mira como me lo han recompensado. No me parece justo que solo se hable de negligencias, salvan vidas a diario. Creo que lo correcto es contar también las cosas buenas que pasan en la sanidad», dice.