Lo dice la propia Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios, adscrita al Ministerio de Sanidad. Actualmente existen 433 presentaciones o formatos de fármacos con problemas de suministro. La previsión para el ejercicio completo de 2018, aún por publicar, «es que se superará ampliamente el máximo alcanzado en 2017», subraya la propia agencia. Realmente esas carencias afectan a menos del 2% de todos los medicamentos autorizados, pero muchos son de amplio uso y frecuentemente prescritos por los médicos (‘Adiro’, ‘Dalsy’...). Estos desabastecimientos masivos también rompen la dinámica de las farmacias cacereñas, que en la actualidad carecen de medio centenar de líneas de medicamentos que antes eran habituales. Y cada vez se acentúa más.

«Los problemas puntuales de suministro han venido ocurriendo siempre, pero esta situación, con tantos fármacos afectados, se produce desde hace unos cuatro años. Los laboratorios farmacéuticos surten a toda España y las consecuencias evidentemente llegan a esta ciudad», explica Juan Casasola, secretario del Colegio de Farmacéuticos de Cáceres, quien por el momento no percibe que la situación remita, sino al contrario.

Esta falta de suministro genera un evidente malestar en los pacientes, porque muchos confían en un medicamento que de repente deja de servirse por una temporada o llega a cuentagotas. Las 290 farmacias de la provincia cacereña son blanco de esa inquietud al recibir las quejas directas de los usuarios. A su vez, los farmacéuticos las trasladan a los grandes almacenes distribuidores del sector. En Cáceres operan fundamentalmente tres: Bidafarma, Cofares y Alliance Healthcare. Mariola Pérez es la directora técnica de Bidafarma, además de vocal de Distribución del Colegio de Farmacéuticos de Cáceres. «Los pacientes insisten, las farmacias insisten y nosotros insistimos a los laboratorios, que cuando por fin nos hacen llegar estos fármacos, lo hacen muchas veces en poca cantidad y el problema no se soluciona», lamenta.

¿Pero por qué ocurren estos desabastecimientos? Es complejo, hay distintas causas que se entrelazan, según explican desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). «A veces se generan problemas en el proceso de producción de un medicamento por la falta de abastecimiento en las materias primas necesarias, o por problemas de calidad/seguridad con alguno de los componentes o con el producto final, o por problemas relacionados con el etiquetado, el prospecto o el envase», apuntan desde OCU.

«En ocasiones, el laboratorio concentra su fabricación en una misma planta y si se produce cualquier problema tecnológico o técnico se corta la producción. Otras veces una alarma social, como en el caso de la vacuna Bexsero (meningitis grupo B), hace imposible que el laboratorio pueda suministrar todas las vacunas demandadas en poco tiempo», señala el secretario del Colegio de Farmacéuticos.

Es cierto que esas circunstancias han venido ocurriendo siempre, pero los desabastecimientos se han multiplicado en los últimos años... En ello ha tenido mucho que ver otro factor: la política de precios de Sanidad y la rentabilidad de los laboratorios. «Mensualmente, el ministerio lanza las ‘bajadas voluntarias’ del precio de ciertos medicamentos», explica Mariola Pérez. Dichos fármacos ya vienen especificados en un listado con el precio que tienen y el que tendrán tras dicha bajada. En la práctica lo que ocurre es que los laboratorios sí asumen ese descenso pero destinan menor cupo a España y mayor a otros países, porque la rentabilidad de sus productos queda en entredicho con esas reducciones. Una situación ampliamente conocida en el sector y para la que se pide una solución.

En tanto en cuanto se solventan las causas... ¿Cómo ofrecer al paciente un medicamento adecuado? Es cierto que los usuarios, especialmente los que sufren dolencias crónicas, suelen estar muy apegados a sus medicamentos. Les cuesta cambiar cuando ven los buenos resultados sobre su salud. «Lógicamente en la mayoría de los casos hay fármacos alternativos a los que están en desabastecimiento», recuerda Mariola Pérez. De hecho, existen unas sustituciones establecidas de medicamentos en España por urgencia o falta de suministro, como en este caso.

EL FARMACéuTICO ES CLAVE / «La función del farmacéutico consiste precisamente en informar al paciente de las distintas alternativas», subraya Juan Casasola. Dichos profesionales están «obligados y facultados para ofrecer otros productos con la misma composición cualitativa y cuantitativa, y con la misma forma farmacéutica», matiza. Por tanto, si al usuario le habían prescrito cierto fármaco en comprimidos, hay que darle otra opción con ese mismo principio activo en comprimidos, si es en sobre, entonces en sobre... «Lo bueno es que el paciente suele confiar plenamente en su farmacéutico. Sabe que le ofrece lo que necesita», sostiene Juan Casasola, quien además acumula dos décadas de experiencia como farmacéutico.

Y aunque por lo general siempre existen alternativas, no es menos verdad que ciertos pacientes tienen muy regulada su dolencia con determinados medicamentos, de modo que una situación de desabastecimiento obliga al médico a realizar cambios. Ocurre por ejemplo con los antihipertensivos. En no pocos casos el facultativo debe ir introduciendo medicamentos hasta que consigue regular la tensión de un paciente, de modo que la falta de suministro hace necesario volver a empezar. Por ello, y aunque todos los productos son eficaces, no todos lo son de la misma forma en cada paciente, de ahí las molestias que genera la situación actual.

Existe además una alternativa muy tradicional: la fórmula magistral. «Los farmacéuticos pueden crear directamente los medicamentos que precisa el paciente cuando se produzca un desabastecimiento de un determinado producto o cuando el médico lo considere oportuno», explica Juan Casasola. Esa posibilidad es posible siempre que la farmacia reciba las materias primas en las condiciones que necesita, y siempre que esté debidamente acreditada por la Administración tras presentar la documentación pertinente.

El problema es que el usuario presenta cierta resistencia a cambiar su medicamento habitual, «y esto ha creado también en las farmacias situaciones incómodas, porque los pacientes están acostumbrados a una determinada solución con su presentación, su color... Son reacios al cambio», explica la directora técnica de Bidafarma. De hecho, cuando comenzaron los desabastecimientos y aún no se sabía que se trataba de un problema generalizado, el usuario iba de farmacia en farmacia. Esta situación provocó inquietud en los profesionales, que no podían atender a sus clientes como lo venían haciendo.

Las farmacias también llaman continuamente a los almacenes de distribución. «Nos dicen que hace más de un mes que no reciben tal medicamento, por eso los almacenes también nos hemos visto muy perjudicados. El laboratorio nos cubre unos mínimos con una frecuencia determinada. «Tratamos de ser justos con todas las farmacias para que puedan tener alguna unidad, pero no es sencillo», revela Mariola Pérez.

DESCONCIERTO / Las circunstancias no lo ponen fácil. Muchas veces ni siquiera el farmacéutico, ni los almacenes, conocen la razón exacta de desabastecimiento de un producto concreto, y no pueden dar explicaciones a sus clientes. La Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios es la que, a través del Centro de Información del Medicamento, recoge el desabastecimiento que existe en el país y los productos a los que afecta. El inconveniente, según los profesionales del sector, es que estas informaciones llegan con bastante retraso, de modo que a corto plazo no resultan efectivas ni útiles.

No obstante, existe otra herramienta, el Centro de Información de Suministro de Medicamentos (Cismed), que sí es más veraz a tiempo real porque recoge las informaciones directamente de las farmacias sobre las carencias diarias, y las envía al Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, que divulga cuál es la situación.

¿LAS SOLUCIONES? / El sector no cree que exista una salida fácil a esta situación que se prolonga desde hace años si no se toman medidas contundentes. Juan Casasola se atreve a apuntar una: «Si el médico prescribiera por principio activo, de modo que el usuario pudiera consumir distintos productos, todos con este mismo principio, a lo mejor no habría que decirle que debe sustituir el producto que toma porque exista un desabastecimiento. Por ejemplo, si se receta simplemente ibuprofeno no se generaría presión por la falta de una marca», explica. «Además, las redes sociales, que en unos casos ayudan, en otros generan confusión al crear alarma social», reflexiona. «En la inmensa mayoría de los casos las farmacias disponen de otros medicamentos de igual garantía», insiste.

Mariola Pérez también propone una vía alternativa: «Desde el momento en que los laboratorios no se vieran afectados por las bajadas de precios y pudieran fabricar y servir más productos, como se venía haciendo, se notaría una mejoría. Habría que llegar a un acuerdo para que los laboratorios no mermaran su distribución en este país».