Con un tiempo inestable pero que permitió respirar a los 1.450 hermanos -datos que figuran en el programa oficial de la Semana Santa pacense-, de la Cofradía de la Entrada Triunfal de Cristo en Jerusalén, Santísimo Cristo de la Paz y Nuestra Señora de la Palma, salió la procesión popularmente conocida como la de la Borriquita, con gran expectación en la barriada de San Roque, donde buena parte del vecindario se reúne a la puertas de la parroquia para recibir al Cristo y al paso de la Virgen, que para salvar el arco de la puerta con el palio los costaleros deben sacarla de rodillas.

Entre 180 y 200 nazarenos salieron en procesión acompañando al Cristo en la Burrita, llevado por dos cuadrillas de 30 costaleros, coordinados por el capataz Manuel Ortiz, y otras dos de 32 para la Virgen, con Jonatan Mariscal de capataz, y con música de la Agrupación Santísimo Cristo Rey (de Badajoz) tras la Virgen y la Banda la Soledad de La Algaba (Sevilla) tras el Cristo.

Con el itinerario del año anterior, salvo la calle Porvenir, que se cerró por un socavón y salió la procesión por Luis de Zúñiga, sus lugares estelares fueron los jardines de San Roque y la muralla del baluarte y la entrada en la carrera oficial, la primera en hacerlo.

La cofradía presenta este año algunas novedades, como un tocado «de encaje muy trabajado» y un fajín, donados a la Virgen de la Palma, según la hermana mayor de la cofradía, Marisol Sánchez. También el manto restaurado por el hermano Ricardo Kantovich --quien ya el año pasado restauró las imágenes de los tres apóstoles que acompañan a Cristo en su paso de la Entrada Triunfal: san Juan, san Pedro y Santiago--, además de una saya realizada por Antonio Vargas; así como la pintura del estandarte de la Virgen. Y para el paso de misterio de Cristo sobre la Borriquita estrenó un llamador.

La procesión inició su salida a las 16.30 horas de la parroquia de San Roque, con una multitud esperando, primero la del paso del Cristo, a ritmo acompasado y lento, y después el de la Virgen de la Palma, cuya dificultad corta la respiración a los participantes y al público que aguarda, pues los costaleros deben hacer una maniobra de rodillas para salvar el arco de la puerta y recuperar la postura de pie.