Un centenar de vecinos de Alburquerque darán vida a los distintos personajes que participaron en la pasión y muerte de Jesús el Viernes Santo, cuando este municipio pacense recrea su particular Pasión Viviente.

Éste es uno de los actos más destacados estos días en Alburquerque, cuya Semana Santa ha experimentado un importante auge en los últimos años y cuenta ya con diez cofradías.

Todas las representaciones de la Pasión Viviente se desarrollan intramuros del recinto amurallado, donde los escenarios naturales de la ladera norte del castillo albergarán por decimoctavo año una amplia variedad de actos.

Las murallas del Castillo de Luna se convertirán en la ciudad de Jerusalén con “escenarios que consiguen dar una verosimilitud impresionante a estos momentos centrales en la vida de Jesús, los últimos momentos de la vida de un hombre que marcó la historia hace más de 2.000 años", señala el párroco Antonio Acedo.

La entrada en Jerusalén, la oración en el huerto de los olivos o la crucifixión son imágenes "que el espectador gravará en su retina y no podrá olvidar”, añade.

También destaca la procesión penitencial Cristo del Amparo (talla gótica del s. XIV) del Martes Santo, cargada de motivos medievales y que transcurre por las empinadas y sinuosas calles del bario gótico-judío.

En escrupuloso silencio, a golpes de tambor, matracas y cadenas arrastradas por los miembros de la Cofradía del Cristo del Amparo, bajo la luz de las antorchas, esta procesión, que ya se celebraba en la villa en la Edad Media, es la más singular y una de las más atractivas de esta festividad en Alburquerque.

Para el cofrade mayor, Salustiano Bozas, es imprescindible contar con buen tiempo como aliado para su desarrollo, pues "las lluvias nos han obligado en alguna ocasión a desarrollar la procesión penitencial en el interior del templo".

Entre las novedades de la Semana Santa 2019 se encuentra la recuperación de la imagen del Señor de Alburquerque o Nazareno de Alburquerque, una talla del siglo XVII.