El ambiente que se respiraba en el interior de San Juan pasadas las 20.00 de la tarde era confuso. Unos hermanos con la túnica terciada al brazo, otros vestidos desde hacía horas, pero todos con una mueca dubitativa. Nervios, tristeza o ambas dibujaban sus caras. La razón es que fuera la lluvia no cesaba. «A menos diez sabremos si sale o no sale», se decían entre ellos.

Una vez llegaron las 21.00 horas, la prevista para la salida, ni el Cristo de la Buena Muerte ni la Virgen de la Esperanza salieron del templo. «No es momento ni de tristeza ni de amargura ni de nada, la lluvia es muy necesaria, estamos en una tierra agrícola, rural, de muchas familias que necesitan el agua, que es una bendición del cielo», exclamó, desde el altar, un hermano de los Ramos .

«Con dolor y tristeza anunciamos la suspensión penitencial», aseveró. La iglesia entera aplaudió sus palabras y a grito de «¡Viva el Cristo de la Buena Muerte¡» y de «¡Viva la Virgen de la Esperanza¡», el discurso concluyó. Aunque retomó la palabra para dar paso al rezo de un Rosario, que oraron todos los hermanos y los visitantes que llenaban San Juan.

El Cristo de la Buena Muerte, un crucificado barroco del siglo XVII, de gran realismo, representa a Jesús aún vivo. Una calavera luce a los pies del crucificado desde el año pasado para simbolizar el triunfo sobre la muerte. Además, en el decorado del paso había un monte de hiedra, donde iban colocadas las flores strelitzia reginae, más conocidas como las ‘aves del paraíso’. En cambio, la Virgen de la Esperanza vestía una saya, que estrenó hace tres años, con unos adornos florales de anthurium blanco y rosas blancas, indicó Antonio Bazo, el hermano mayor de la cofradía.

No obstante, en poco más de una hora, en torno a las 22.00, el cielo despejó, y la lluvia le dio una tregua al Cristo de la Preciosa Sangre, que justo en ese momento tenía prevista su salida.

Alrededor de veintidós hermanos de la cofradía del Humilladero estaban preparados para sacar a su Cristo, aunque sumaron más de 250 cofrades en el cortejo. El Buen Pastor abrió sus portones y la marhca se inició. El paso llevaba adornos florales de claveles color sangre de toro y morados, rosas rojas y estatis malva.

La novedad de este año fueron los varales del paso, para darles más comodidad a los hermanos de carga. Aunque, según avanzó el mayordomo de la cofradía, José Diego Rodríguez, el aluvión de novedades se los llevó todos la Virgen de la Encarnación, que estrena nueva abvocación, y que mañana efectuará su salida del Espíritu Santo.

La leyenda del miércoles santo/ La mañana del Miércoles Santo es de ajetreo para todos los cofrades y así fue para la hermandad del Cristo Negro, que con esmero estuvo preparando su paso. Un crucificado tallado en el siglo XIV, entre los años 1345 y 1360, de origen desconocido. Por eso será que desprende misterio y leyenda que procesiona por la capital cacereña desde el año 1986 y promovió la primera salida con 37 cofrades, cifra que el año pasado casi se duplicó llegando a sumar 59 hermanos que acompañaron al Cristo Negro en su recorrido.

Pese a que el casco antiguo estutviera abarrotado de cacereños y turistas a la espera de disfrutar del silencioso cortejo fúnebre, conocido por medio mundo, al cierre de esta edición se desconoce, después de la tarde lluviosa, si en la plaza de la concatedral de Santa María, justo cuando el reloj indique que es medianoche, se ecuchará la llamada: «¡Qué salga la hermandad del Cristo Negro! Dios lo quiere así».