Cientos de pacenses arroparon ayer al Resucitado y a la Virgen de la Aurora en su tradicional ‘encuentro’ a las puertas de la catedral de Badajoz, con el que se puso fin a la Semana Santa en la capital pacense. A diferencia de las jornadas anteriores, el sol brilló durante el recorrido de los pasos desde la iglesia de San Agustín hasta la plaza de España y el público se echó a la calle para disfrutar de la última procesión después de que la lluvia obligara a suspender los desfiles del Miércoles, Jueves y Viernes Santo.

Uno de los momentos más emotivos volvió a ser cuando, minutos antes de las dos de la tarde, los dos pasos estuvieron frente a frente y se soltaron palomas cuando casi se rozaban madre e hijo.

Los asientos de las gradas estaban al completo y los asistentes recibieron con aplausos al Cristo y a la Virgen que, por primera vez, accedieron la carrera oficial por la calle López Prudencio. Este año, la cofradía decidió invertir el recorrido para facilitar la labor de los costaleros, ya que el Resucitado estrenaba nuevas andas que elevaban el paso hasta los cinco metros de altura. Así, tras salir de la iglesia el cortejo pasó por José Lanot, la plaza de la Soledad, Arias Montano, Bravo Murillo, Donoso Cortés y López Prudencio, mientras que regresó al templo por la calles del Obispo, Hernán Cortés y Francisco Pizarro.

Rodeada de claveles rojos y flores silvestres y acompañada por la Banda de Cornetas y Tambores de la hermandad, la talla del Cristo desfiló sobre una nueva canastilla de madera de cedro, que aún está en bruto y que se irá tallando en sucesivos años. También era nuevo el estandarte de la cofradía, con bordados realizados por Juan Manuel Expósito. La Aurora, de blanco, como las flores de su paso, estrenó ocho ánforas y dos bocinas realizadas por Manuel Arenas, así como la bambalina trasera. El acompañamiento musical corrió a cargo de la Banda de Música Municipal de Talavera la Real.

De nuevo, este año participaron en la procesión alumnos y profesores del colegio Sagrada Familia y la Virgen de la Aurora lució un crespón negro con adornos de azabache en recuerdo de dos profesoras del centro fallecidas recientemente, del exarzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, y de Manuel González, quien fue durante años mayordomo de la Cofradía del Resucitado.