Los baluartes de la cara norte del Castillo de Luna se convirtieron a partir de las doce del mediodía del Viernes Santo, y por vigésimo año consecutivo, en la ciudad de Jerusalén de la época de Jesucristo y Pilatos. Un entorno privilegiado donde se preparan, por parte de la asociación Apavial, en colaboración con la parroquia de San Mateo Apóstol, varios escenarios naturales al aire libre, donde se representan distintas escenas a cargo de unos 150 vecinos de la localidad que dan vida a los personajes que rodearon a Jesús de Nazaret en los últimos momentos de su vida.

El fervor religioso, la dramatización de unos hechos históricos bien conocidos por el público, unido al buen tiempo a la hora de la representación y al lugar privilegiado, han garantizado el éxito un año más. «Estos escenarios que consiguen dar una verosimilitud impresionante a los momentos centrales en la vida de Jesús, los últimos momentos de la vida de un hombre que marcó la historia hace más de 2.000 años, la entrada en Jerusalén, la oración en el huerto de los olivos o la crucifixión son imágenes que los espectadores, muchos de ellos venidos hasta Alburquerque expresamente a ver la Pasión, grabarán en sus retinas y no podrán olvidar», señala Manuel Martín, presidente de Apavial, quien asegura que estuvieron pendientes de la meteorología, porque el tiempo está siendo un factor clave en esta Semana Santa en la que ya se han visto afectadas varias cofradías que no han podido procesionar por las calles de Alburquerque.

Al menos la procesión del Cristo del Amparo sí lo pudo hacer el martes santo por las sinuosas y empinadas calles del barrio gótico-judío, Villa Adentro, en una procesión cargada de motivos medievales.