El aguacero que la tormenta descargó rozando las diez de la noche del Jueves Santo no desanimó a los oliveros, que representaron todas las escenas de esa noche y también las de la mañana del Viernes Santo, desafiando al mal tiempo, que dio una tregua para que pudiera desarrollarse la edición en la que la Pasión Viviente de Oliva de la Frontera estrenó su título de Interés Turístico Nacional.

Cada año esta representación crece en espectacularidad y en la implicación de sus protagonistas, vecinos de la localidad.