La plaza de España volvió a ser el escenario encuentro entre la Virgen de la Aurora y el Resucitado, con el que se puso fin a nueve días de procesiones en la capital pacense. Aunque quizás menos numeroso que otros años, el público arropó a madre e hijo en este emotivo momento, en el que de nuevo hubo una suelta de palomas blancas cuando ambos pasos casi se rozaban.

Fue minutos antes de las dos de la tarde cuando la Aurora, cuyo cortejo, por primera vez, abrían cuatro fieles con ciriales y un pertiguero que los guiaba, entró en la plaza de España entre aplausos de las cientos de personas que allí se congregaban. Frente a la escalinata de la catedral, donde el arzobispo Celso Morga recibió a la imágenes, esperaba ya el Resucitado para vivir el esperado encuentro.

Otros de los momentos más especiales del desfile fueron la salida de los pasos de la iglesia de San Agustín, donde los costaleros, especialmente los de la imagen del Cristo, deben hacer un verdadero esfuerzo para descender por las escaleras. También se vivieron instantes de emoción cuando el Resucitado y la Aurora pararon frente a la ermita de la Soledad, patrona de Badajoz.

Este año el número de nazarenos superaba el centenar y los alumnos del colegio Sagrada Familia volvieron a formar parte del cortejo.