El mundo tiene medios de sobras para luchar contra el calentamiento planetario con un coste moderado, pero debe comenzar de inmediato porque, de lo contrario, los gastos económicos se dispararán, según subraya el informe de conclusiones de la tercera reunión de este año del IPCC, el grupo de especialistas en clima a las órdenes de la ONU. La conferencia, que clausuraron ayer en Bangkok (Tailandia) representantes de los 150 países participantes, estuvo consagrada a las medidas necesarias para mitigar y adaptarse al cambio climático. ¿Y cuál es la fecha límite?. El objetivo, dice el IPCC, es que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) toquen techo en el 2015 y, a partir de entonces, empiecen a reducirse.

Reducir la producción de GEI para que las temperaturas medias de la Tierra aumenten un máximo de 2,4 grados, que es el umbral que separa lo soportable de lo catastrófico, le costaría a la economía mundial un 0,12% del PIB anual en las próximas tres décadas. La concentración de dióxido de carbono (CO2), que hoy en día es de 379 partes por millón (ppm), llegaría a un tope de 450 ppm en el 2020 (535 ppm si se incluyen también el metano, el óxido de nitrógeno y otros GEI). Cuanto más se demoren las medidas paliativas, más se dispararán los costes, más aumentarán los perjuicios y más tardará en mitigarse el problema.

El porcentaje se ha calculado a partir de dos aspectos: el coste que tendrán las medidas correctoras necesarias, como invertir en tecnologías limpias, y la pérdida de competitividad derivada, por ejemplo, del abandono progresivo de una fuente energética tan barata y abundante como el carbón. El 0,12% del PIB anual supone unos 50.000 millones de euros, equivalente a la producción total de países como Bangladesh, Vietnam, Perú o Marruecos.

Si la comunidad internacional es menos ambiciosa y se conforma con invertir la mitad --es decir, el 0,06% del PIB--, las temperaturas aumentarían entre 3,2 y 4 grados de aquí al 2060. Claro está que aún podría ser peor: si se mantiene la tendencia actual, el CO2 llegará sin problemas a 570-660 ppm en el 2080 y las temperaturas subirán entre 4 y 4,9 grados. Es difícil cuantificar el coste de estos cambios, pues influirán en la productividad agraria, en las necesidades energéticas, en el sistema sanitario y en otros muchos factores, pero basta recordar que solo hay dos grados y medio de diferencia entre las temperaturas medias anuales de Barcelona (15,5º) y Málaga (18º).

Las emisiones de GEI en numerosos países europeos, como Alemania, Francia y Gran Bretaña, han tocado techo en los últimos años, pero el IPCC asume que seguirán aumentando durante décadas en los países del Tercer Mundo como lógico resultado de su desarrollo económico. China, por ejemplo, se ha convertido en el segundo emisor mundial de CO2 detrás de EEUU, pero cada chino emite per cápita menos de la mitad que cualquier europeo y una quinta parte que un estadounidense. El informe del IPCC invita a los países ricos a hacer un esfuerzo suplementario por este motivo.

Entre las medidas paliativas propuestas por el IPCC destacan en primero las relativas a los combustibles fósiles. Dice, por ejemplo, que se han de dejar de subvencionar las industrias extractoras --como el carbón-- e imponer tasas por su uso.