Miguel y Sara se están sometiendo a un tratamiento de inseminación artificial. Reconocen haber dejado lo de ser padres "para muy tarde", pues están a punto de cumplir los 40. Dentro de dos o tres semanas sabrán si el tratamiento ha funcionado, ya que las posibilidades de éxito rondan el 40%, según datos de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). La realidad es que cada vez más parejas españolas en edad fértil, hasta el 17%, en torno a un millón, tienen problemas de infertilidad, por la edad, enfermedades o disfunciones en el sistema reproductor. Y unas 100.000 de ellas recurren cada año a este método o a técnicas similares en alguno de los 217 centros especializados, 180 privados y 37 públicos, que existen en España. El presidente de la SEF, Federico Pérez Milán, niega que la asistencia y el tratamiento de la infertilidad sean un lujo o un capricho propio de la presión social y pide que sea tratada como una enfermedad, como aconseja y la considera la OMS, "ya que es cada vez más frecuente y afecta a una función biológica y tan importante como la respiratoria o la cardiovascular, por ejemplo".

La ginecóloga barcelonesa Laura Cortés Laguna asegura que la cultura de buscar ayuda especializada entre las parejas afectadas va en aumento, incluso entre las de edad elevada. "Hay mujeres que no aceptan no poder quedarse embarazadas, porque su vida gira en torno a ello, y difícilmente se quedan en casa. La infertilidad no resuelta, además de ser la expresión de una enfermedad e incluso ocasionarla, puede causarles trastornos psicoemocionales", advierte.

Listas de espera dispares

Según el registro de la SEF, hecho suyo por el Ministerio de Sanidad, los centros que no dependen del capital público acaparan dos de cada tres procesos de fecundación, debido sobre todo a la rapidez de su atención. En el servicio público, aunque es muy parecido en todas las comunidades, la demora es variada y puede oscilar entre seis meses y tres años, según Pérez Milán, jefe del servicio de reproducción asistida del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Pero los ciclos iniciados en la sanidad pública solo representan un 7%.

"Aquí la lista de espera no existe. Procuramos que se pueda acceder a los tratamientos lo más rápidamente posible, ya que la demora tiene efectos negativos, tanto por la edad como por los indicadores emocionales", asegura Agustín Ballesteros, presidente del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) de Barcelona, integrado en el grupo con mayor actividad en este ámbito, con 16 centros en España y 23 en todo el mundo. Junto al abanico de tratamientos (inseminación artificial, fecundación in vitro, inyecciones espermáticas, implante de ovocitos, etc. ), el IVI es pionero en técnicas de vitrificación o congelación de óvulos, que permiten preservarlos para un posible uso después de los 40 años con una supervivencia muy alta y una efectividad similar a cuando la madre tenía 30 años.

Más mujeres sin pareja

Casi 37 años es la edad tipo de las consultantes por primera vez en estas clínicas. Los especialistas han constatado que aumenta en paralelo al retraso del matrimonio, que según el INE se sitúa ya de media por encima de los 31 años. Y hacen una advertencia casi obvia: las tasas más altas de embarazo exitoso se dan cuanto más jóvenes sean las madres.

En Catalunya, donde ya el 3,7% de los niños vienen al mundo gracias a las técnicas de reproducción asistida, el número de mujeres que recurren a ellas sin pareja se ha triplicado en la última década. Un reciente informe de la Conselleria de Salut asegura que la mitad de estas son extranjeras, sobre todo de países como Francia, Italia y el Reino Unido, debido a que la legislación española sobre reproducción asistida y donación de óvulos y semen es más avanzada y permisiva, sobre todo para mujeres solas y parejas homosexuales. Las normas británicas, por ejemplo, no blindan el anonimato de los donantes de semen y exigen tener pareja. Los precios españoles también son otro atractivo.

Los costes

El coste de los tratamientos oscila, según la técnica que se aplique, entre 1.000 y 6.000 euros. ¿Por qué son caros? Pérez Milán y Ballesteros explican que es necesario contar con profesionales altamente especializados y equipos tecnológicos muy avanzados. «Gracias a ellos se ha logrado una mayor eficacia en los tratamientos, más comodidad del paciente y evitar los embarazos múltiples», según Roberto Matorras, jefe de reproducción humana del Hospital de Cruces de Bilbao y editor del libro blanco sobre esta especialidad.

Algunos informes apuntan que las demandas de tratamiento han caído un 30% por la crisis desde el 2010. El presidente de la SEF corrobora la bajada pero no se atreve a dar un porcentaje. Advierte de que muchas parejas rehúsan el tratamiento no solo por el coste, sino por la situación laboral y los gastos que se derivarían de una maternidad. «Tenemos pacientes de todos los estratos sociales. A algunos les cuesta más reunir el dinero y piden préstamos. Pero les facilitamos una financiación a medida para que todos puedan acceder», subraya Ballesteros.