Las 12 uvas de Fin de Año son toda una tradición en España. Una costumbre de algo más de un siglo que todavía esconde algún que otro secreto. Estos son algunos.

El Aledo y las nuevas variedades

La inmensa mayoría de las uvas que se consuman en España esta próxima Nochevieja serán de la variedad Aledo. Es la última que se recoge en todo el hemisferio norte aunque, poco a poco, el comercio internacional hace que también se consuman variedades importadas desde el hemisferio sur, especialmente aquellas que llegan ya sin pepitas.

Epicentro, el Vinalopó

Aunque la variedad es originaria de Murcia, de un pueblo con el mismo nombre, actualmente el Aledo solo se cultiva en el alicantino Valle del Vinalopó medio. Tres pueblos (Novelda, La Romana y Agost) concentran las viñas. Para que la uva aguante hasta Navidad debe haber viento y no debe haber hielo, cuentan en la zona. El hecho de que en la vecina Murcia la temperatura media sea un par de grados más alta hace inviable su cultivo para estas fechas.

Las bolsas de papel

La imagen icónica de las viñas del Vinalopó de las que saldrán las 12 uvas muestra los racimos protegidos por una bolsa de papel. En contra de una versión muy extendida, la función principal de esta protección que se le pone en el mes de julio no es retrasar su maduración sino, principalmente, evitar que se la coman pájaros o bichos y, sobre todo, dar a los racimos un color dorado uniforme. Sin esa cáscara habría una parte de las uvas quemadas y otras más verdes.

La recolección, de noviembre al día 31

Los primeros racimos de Aledo empiezan a cortarse a principios de noviembre, algunos van directamente al mercado pero otros se empiezan a almacenar en las cámaras donde estarán hasta pocos días antes de la Nochevieja. La recolección se intensifica en diciembre pero puede haber algunos campos en los que se acabe de recoger la uva ese mismo día 31, a pocas horas de las campanadas.

Los trabajadores, a seis euros

El sueldo tanto de los recolectores como de las personas que trabajan en los almacenes preparando esta uva es de seis euros la hora, según fuentes del sector. Eso sí, en la última semana del año, los trabajadores pueden multiplicar el número de horas trabajadas en la cadena que selecciona, limpia y empaqueta las uvas, en la que principalmente trabajan mujeres

El precio se cuadruplica

Desde el principio de esta campaña el kilo de Aledo en el campo está entre 0,75 y 0,85 euros pero ese precio se multiplica antes de llegar a la mesa. En 2017, el kilo de esta variedad se pagó en las fruterías entre 2,5 y 3,5 euros en los días previos a la Nochevieja, lo que supone que casi se cuadruplicó por el efecto campanadas

El origen, entre Francia y Madrid

Según recogen periódicos de la época, en la década de 1890, en Madrid se consolida y extiende la tradición de comer las uvas con las campanadas de la última noche del año. Desde hacía unos años el ayuntamiento había empezado a cobrar cinco pesetas a quien saliera la noche de Reyes, que era la más festiva hasta entonces y que fue dejando paso a la del 31. Las primeras referencias ya hacían referencia a la atracción de la suerte como excusa pero no había un número fijo; que fueran 12 llegó después. También hay una teoría según la cual la costumbre se extendió a partir de 1909, cuando los viticultores crearon el hábito para dar salida a una copiosa cosecha de uva.

La lucha de clases hasta en las uvas

Inicialmente fueron las familias más acomodadas las que adoptaron la costumbre de acabar la última cena del año con uvas y champán, al parecer por influencia francesa, y cuando la Nochevieja empezó a popularizarse como una noche de fiesta las clases populares copiaron la de las uvas con cierto componente satírico. De hecho diversos artículos de principios del siglo XX critican que se asumiera un hecho del que antes de hacía burla.

La popularización, con la tele

Aunque la costumbre pronto se extendió a todos los puntos de España, ayudada a partir de los años 40 por la técnica del embolsado que permitió aumentar el número de kilos disponibles en una fecha tan tardía, la popularización definitiva llegó a partir de 1962. Aquel fue el primer año en el que se retransmiten las campanadas desde la Puerta del Sol y la tradición se convierte en hegemónica.

Dos millones de kilos

Desde el Consejo Regulador de la DO Uva del Valle del Vinalopó se calcula desde hace años que en ese medio minuto se consumirán en España entre 15 y dos millones de kilos de su uva, que supone dos tercios de la que se engulle en esos segundos.

Una uva cada tres segundos, menos en 1997

El reloj de la antigua Real Casa de Correos, el edificio más antiguo de la Puerta del Sol, tarda habitualmente 17 segundos en dar las doce campanadas pero desde hace décadas en las del día 31 se demora el martillete que golpea las campanas para que se pueda comer una uva cada tres segundos lo que alarga el proceso hasta los 36. En 1997, recién reparado el reloj, se decidió mantener la frecuencia habitual lo que provocó que muchos no pudieran acabárselas a tiempo. No se volvió a hacer.

Tradición de ida y vuelta por el Atlántico

La emigración española en el siglo XIX extendió la tradición de las uvas a otras zonas del planeta, especialmente a Sudamérica. En países como Argentina, México o Perú se trata de una costumbre asentada que se ha ido trasladando a países vecinos aunque en algunos ha derivado hacia las pasas. Es el caso de Brasil, del que a su vez, la tradición ha regresado vía Atlántico hasta instalarse en Portugal.