TNtoviembre de 1989. El muro cayó sin previo aviso y la gente salió a celebrarlo sin acabar de creérselo. Ciudadanos de todo el mundo, yo entre ellos, acudieron a Berlín para asistir a un hecho histórico. Recuerdo que decidí ir con mi hijo, que entonces tenía 9 años, para que sintiera la emoción de vivir la historia. Cuando alegó que tendría que saltarse días de clase, le dije que hay experiencias que enseñan más que muchos libros.

Lo primero que hicimos al llegar fue dirigirnos a la Puerta de Brandenburgo. La gente se encaramaba al muro para gritar "libertad", para llorar, para bailar o para abrazarse ante los focos de las televisiones que habían ido a cubrir "el acontecimiento". Compramos un martillo y, mientras comprobábamos lo dura que puede ser a veces la Historia, vimos que algunos espabilados ya estaban vendiendo fragmentos de muro en paradas improvisadas.

"Durante mucho tiempo, la gente seguirá teniendo el muro en la cabeza", me comentó una anciana con los ojos humedecidos. Al día siguiente, en un restaurante de Unter den Linden, le conté a mi hijo la historia del muro, de los dos mundos que separaba, de las 5.000 fugas que registró en sus 28 años de historia, de las 192 personas que murieron al intentar cruzarlo, y de alguna fuga heroica, como la de 57 alemanes que en octubre de 1964 cavaron un muro para poder escapar al Berlín Occidental.

También le hablé a mi hijo de un libro de Peter Schneider, El saltador del muro , que cuenta historias de ambos Berlín y que empieza con una bella imagen: solo la sombra de los aviones podía cruzar el muro. Y del intento fallido de Peter Fechter, al que los vopos dejaron morir desangrado, en agosto de 1962, ante la vista de los medios occidentales. Y de la policía secreta, de la RDA, de la Stasi, de una sociedad policial en la que casi todos vigilaban a todos para que nadie escapara.

Cuando terminé, mi hijo me miro con los ojos muy abiertos y me preguntó: "¿Todo esto pasó de verdad o te lo has inventado?". Y fue entonces cuando me di cuenta de hasta qué punto era absurda la historia del muro.