El dolor, algo que todos conocemos, es el motivo más habitual de consulta al médico. El dolor avisa de que algo no va bien, pero en el 20% de la población, se cronifica. En los mayores de 60 años, este alcanza al 50% de la población. Una de cada dos personas mayores convive con algún tipo de dolor.

«No existe un termómetro que mida el dolor. Su percepción es muy individual, subjetiva», puntualiza Miquel Domènech, médico especialista en cuidados paliativos adjunto al servicio de Geriatría en Valls (Tarragona). «Influyen muchos factores en una mayor o menor tolerancia del dolor. Intervienen los receptores del dolor de nuestro cuerpo», señala. Son los nociceptores, terminaciones de las células que detectan el daño al organismo y envían la señal al sistema nervioso central, médula y cerebro, inhibiendo más o menos sensación de dolor. «Pero también el factor cultural y la idiosincrasia de cada uno tienen que ver con el sentir en mayor o menor grado un mismo dolor», precisa.

Gran parte del dolor lo tratan los médicos de familia. Analgésicos comunes, como el Paracetamol, son los indicados para aliviar el dolor leve o moderado. Pero cuando el dolor limita claramente la habitual funcionalidad de la persona, las clínicas del dolor profundizan en él.

metodologías / En los últimos años se han desarrollado metodologías para luchar contra el dolor, administrando de manera diferente fármacos (como parches de morfina o infiltraciones) o nuevas herramientas, como la electroanalgesia o las corrientes eléctricas.

Además de las infiltraciones directas, se hacen intervenciones quirúrgicas. Una de ellas, colocando electrodos que actúan como estimuladores medulares en las vías de transmisión de la información del dolor, creando así un efecto analgésico que logra disminuirlo, según indicó el médico especialista en el tema.