La lucha contra la crisis climática es un camino sinuoso y repleto de obstáculos, desde las reticencias políticas a los intereses económicos pasando por la complacencia ciudadana, motivos que explican el lento progreso realizado para reducir los gases de efecto invernadero. Un grupo de 21 niños de Estados Unidos pretende ahora acabar con esos rodeos para obligar a las autoridades a descarbonizar la economía y transitar hacia las energías sostenibles. Ayudados por un grupo de abogados, han demandado al todopoderoso Gobierno de EEUU, al que acusan de violar sus derechos constitucionales a la vida, la libertad y la propiedad con sus políticas de apoyo a los combustibles fósiles, uno de los principales responsables del calentamiento global del planeta.

La demanda tiene trazos quijotescos, pero ha despertado un enorme interés por su atrevimiento, la identidad de los demandantes y las profundas consecuencias que podría tener para el futuro. Es la primera vez que los tribunales estadounidenses se plantean si el acceso a un medioambiente limpio es un derecho constitucional, ha dicho el jurista de la Universidad de Columbia, Michael Gerrard. La demanda ha roto también con otros precedentes en la litigación medioambiental. Hasta ahora se había concentrado en revertir proyectos o políticas específicas, fuera un oleoducto, una mina o un permiso para extraer gas en terrenos públicos. Este caso aspira, sin embargo, a enmendar la política energética de todo un país.

Presentada inicialmente en el 2015, la demanda se ha topado con una resistencia feroz por parte de la Administración, primero de Barack Obama y ahora de Donald Trump, que han tratado que los tribunales la desestimaran. No lo han conseguido, por más que el caso esté avanzando a trompicones por las distintas instancias judiciales y no esté claro si acabara celebrándose el juicio. Prácticamente todos los profesores de Derecho que siguen el caso pensaba que sería desestimado a las primeras de cambio, pero no es eso lo que ha ocurrido, le dijo a Vogue la académica, Ann Carlson.

En el documento sus demandantes sueñan tan grande como lo que son, niños de edades entre 10 y 21 años. Tras acusar a EE UU de haber puesto en peligro sus derechos fundamentales, le reclaman a modo de remedio un plan para eliminar progresivamente los combustibles fósiles y reducir los excedentes de dióxido de carbono en la atmósfera con el fin de estabilizar el clima.